miércoles, 6 de agosto de 2008

El paralelismo físico psicológico

VI. EL CEREBRO Y LA MENTE

La mente es la más fina y pura de todas las cosas.
ANAXÁGORAS, aprox. 500 a.C
.

Los propósitos principales de todo sistema nervioso son el control centralizado de las funciones biológicas y el control de la interacción del organismo, como un todo, con el ambiente. En el primer grupo de funciones tenemos la regulación de procesos como el metabolismo, la respiración, el sistema cardiovascular, las funciones de emergencia, etcétera, los cuales se llevan a cabo mediante mecanismos fisiológicos innatos.

Por otro lado, la interacción del organismo con el medio incluye tareas muy diversas que van desde acciones elementales instintivas, hasta acciones muy complejas como el comportamiento social en los seres más desarrollados.

En organismos inferiores el sistema nervioso es muy rudimentario; por ejemplo, en los invertebrados el centro de aprendizaje (equivalente al cerebro) está formado tan solo por ganglios constituidos por agrupaciones de cuerpos celulares. Conforme avanzamos en la escala evolutiva nos encontramos con sistemas nerviosos más desarrollados, hasta llegar a los vertebrados, quienes poseen un órgano central llamado cerebro, el cual se encarga de controlar las funciones más complejas. En los mamíferos, y de manera muy particular en el hombre, el comportamiento social y las capacidades de aprendizaje tienen un grado de desarrollo muy grande (Figura 31).

De acuerdo con su estructura podríamos dividir al sistema nervioso en dos partes llamadas sistema nervioso central (SNC) y sistema nervioso periférico (SNP). El SNP se encarga de transmitir hacia el centro la información proveniente del interior y del exterior del organismo, y en sentido contrario. Por su parte, el SNC lleva a cabo el procesamiento de la información y emite señales como respuesta. El SNC está integrado por la médula espinal contenida en la columna vertebral, el tallo cerebral y el cerebro. El cerebro es el órgano maestro del sistema nervioso, y es allí donde se llevan a cabo las funciones más complejas.

El estudio del cerebro humano se ha llevado a cabo desde diferentes puntos de vista, en diversas disciplinas, y a diferentes niveles. Estos estudios podrían dividirse, a grosso modo en dos ramas principales que incluyen, respectivamente, los aspectos físicos y los llamados aspectos mentales del cerebro. Por otro lado, todos los conocimientos que tenemos acerca del cerebro se encuentran enmarcados por el conjunto de concepciones filosóficas que la sociedad tiene del hombre y de su relación con el resto del Universo.

Entre los aspectos físicos del cerebro tenemos todos aquellos relacionados con un punto de vista biológico, los cuales pueden reducirse a términos físicos y químicos. Por ejemplo, los puntos de vista anatómico, fisiológico, bioquímico, biofísico, embriológico, etcétera. Estas disciplinas describen al cerebro, ya sea desde su punto de vista morfológico, o con base en su funcionamiento desde el punto de vista de la operación de sus componentes a partir de primeros principios (leyes fundamentales de la naturaleza).

Por otro lado, tenemos que los aspectos mentales del cerebro son examinados por otras disciplinas como la psicología y la psiquiatría. La psicología estudia el comportamiento del hombre (y otros animales) y la manera de percibir, pensar, razonar, etcétera. Algunas corrientes de esta disciplina estudian el cerebro como si fuese una "caja negra", esto es, estudian su funcionamiento con base en el análisis de la conducta de los individuos. La psiquiatría estudia los fenómenos psíquicos o de la mente y las desviaciones conductuales de individuos con respecto al comportamiento del individuo promedio, etcétera. Por otro lado, la filosofía desempeña un papel muy importante, ya que examina críticamente las bases de las creencias fundamentales y analiza los conceptos básicos empleados en la expresión de tales creencias.

A continuación trataremos de dar una descripción acerca de los diversos puntos de vista presentes en el estudio del cerebro. Esta división es un tanto superficial y arbitrana, por lo cual el lector podrá apreciar que los puntos de vista a que hacemos mención poseen puntos en común y de contacto.

EL PUNTO DE VISTA FILOSÓFICO

El hombre, desde que adquirió la capacidad de razonar, ha tenido la inquietud de conocerse y ubicarse en el Universo, y se ha hecho preguntas acerca de su origen, naturaleza y fin. Esto le ha permitido formarse conceptos de sí mismo y del mundo que lo rodea, conceptos que a su vez han determinado su actitud frente a la vida. Podríamos decir que desde el punto de vista filosófico, el interés en conocer la mente es muy antiguo, y que la primera herramienta utilizada para inferir las características de su funcionamiento fue la introspección.

El interés filosófico en la percepción tiene su origen en las preguntas sobre la validez del conocimiento humano. Algunas personas incluso han dudado de la existencia del mundo físico con independencia de la experiencia humana. Ellos se han preguntado: aun en caso de existir el mundo físico, ¿cómo podemos saber qué propiedades tiene y qué tan verdaderas o precisas son?, ¿cómo desligar su existencia objetiva de la percepción que tenemos de él?

La actitud filosófica de una sociedad ante un problema es de gran importancia, ya que las ideas imperantes en un momento dado determinan las bases que sirven de marco a todo conocimiento y estudio, y proporcionan una referencia para la interpretación de los resultados observados. Por ejemplo, al proponer la teoría de la evolución de las especies por medio de la selección natural, Charles Darwin tuvo que romper con la idea generalizada de que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, durante el sexto día de la creación. Para esto, primero necesitó tener la libertad de criterio necesaria para poder analizar, sin prejuicios, las evidencias colectadas en su viaje a las Islas Galápagos, y así poder interpretarlas de manera objetiva. En segundo lugar, tuvo que convencer al mundo de que su hipótesis era correcta. ¿Cómo convencer al mundo de que el hombre, "creado a imagen y semejanza de Dios, y centro de la creación", tiene ancestros comunes con otros seres inferiores como son los monos, reptiles, etc.?, ¿cómo hacerlo aceptar que nos hemos diferenciado del resto de los seres vivos, únicamente a través de un proceso evolutivo?

Las revoluciones importantes en el pensamiento han tenido como característica común haber ofrecido una explicación racional a ciertos aspectos de la naturaleza considerados en épocas anteriores como sobrenaturales, o inexplicables en términos racionales. De esta manera, para que estas revoluciones se puedan dar, han debido venir acompañadas de una ruptura epistemológica, esto es, de una ruptura con las ideas establecidas. Como otros ejemplos de esta ruptura con las ideas imperantes tenemos que Copérnico señaló que la Tierra no es el centro del Universo, que Einstein introdujo nuevas nociones del tiempo, del espacio, de la materia y la energía (Figura 32), y a Watson y Crick, quienes demostraron que la herencia biológica puede ser entendida en términos de procesos físicos y químicos. Creemos que ahora estamos cerca de explicar los mecanismos de la memoria y el aprendizaje, y que éstos van a cambiar nuestra concepción del mundo, y de nosotros mismos, de una manera importante. Asimismo creemos que estos conocimientos tendrán una repercusión importante en la tecnología de nuestra época.

Como consecuencia de la gran correlación entre la postura filosófica y las teorías científicas de una época, tenemos que diferentes corrientes filosóficas se encuentran representadas por sus corrientes científicas correspondientes. Por consiguiente, quisiéramos hablar un poco acerca de la posición de algunas de las corrientes presentes en la filosofía occidental, frente a las facultades mentales del hombre. Como facultades mentales entenderemos capacidades como la posesión de intenciones, sensaciones, imágenes, sueños, emociones, memorias, creencias, expectativas, deseos, pensamientos, imaginaciones, etcétera. Facultades que parecen no estar localizadas en ningún lugar específico del cerebro.

Tradicionalmente, cuando hablamos del cerebro, hacemos una separación tajante entre las cuestiones físicas y mentales, ya que a menudo las consideramos cosas diferentes. Esta tendencia, muy arraigada en la filosofía occidental, tiene sus orígenes en tiempos muy antiguos. Platón, por ejemplo, creía que la mente (psyque) era un ente inmaterial, encargado del cuerpo y de la dirección de sus movimientos.

Por otro lado, desde entonces se sabe que la memoria humana opera utilizando principios asociativos. Estos principios han sido resumidos en leyes de contigüidad, que relacionan en tiempo y lugar unos objetos con otros, y leyes de refuerzo e interferencia, que nos indican que la presencia de estímulos positivos refuerza las conductas y la de estímulos negativos produce su extinción u olvido. De hecho, algunas de estas ideas son expuestas por Aristóteles, de manera cualitativa, en sus tratados acerca de la memoria y la remembranza.

Posteriormente, en el siglo XVII, nos encontramos con el dualismo, el cual es fuertemente influenciado por el platonismo. Esta teoría, encabezada por el filósofo y naturalista francés René Descartes, propone que mente y materia son dos tipos diferentes de substancia, de naturaleza opuesta, capaces de existir de manera independiente. Sin embargo les concede cierta capacidad de interacción.

Entre las corrientes actuales se encuentra la reduccionista, la cual supone que las percepciones corresponden a ciertos estados neurofisiológicos, por lo cual, al reproducirse un cierto estado neurofisiológico, se evoca la percepción correspondiente. De manera que sentir dolor es para el cerebro estar en un estado neurofisiológico determinado. Esta corriente es llamada en ocasiones teoría del paralelismo psicofísico de Spinoza o William James. Las imágenes ópticas virtuales se explican por el mismo principio: para crear una ilusión es suficiente reconstruir los planos de onda ópticos, los cuales son réplicas aproximadas de las imágenes originales.

EL PUNTO DE VISTA DE LA PSICOLOGÍA Y LA PSIQUIATRÍA

Como dijimos en la sección anterior, la actitud filosófica determina en gran medida la actitud ante los problemas. Por lo anterior, los estudios psicológicos y psiquiátricos del cerebro están fuertemente ligados a la concepción que el hombre tiene del mundo que lo rodea.

Antiguamente, muchas enfermedades mentales eran consideradas como males de origen mágico o religioso. Se pensaba que éstas eran causadas por espíritus malignos que, de alguna manera, lograban entrar al cuerpo del enfermo. Fruto de esta creencia fue el hecho de que los egipcios utilizaran la trepanación con fines terapéuticos. Ellos creían que al hacer un orificio en el cráneo permitían a los espíritus malignos, causantes de la enfermedad, salir del cuerpo que los albergaba. También nos encontramos con ideas similares en el Nuevo Testamento de los cristianos, donde Jesús expulsa a los espíritus malignos y desempeña un papel similar al psicoterapeuta de nuestros días.

Tiempo después, surgen otros puntos de vista más materiales acerca de las enfermedades mentales. La actitud naturalista considera que las enfermedades mentales o bien son resultado de vivir bajo fuertes presiones de carácter social o psicológico, o tienen su origen en disfunciones orgánicas. La primera de estas ideas tuvo importantes consecuencias en el siglo XIX, cuando Josef Breuer y Sigmund Freud encontraron que existe una estrecha relación entre las experiencias traumáticas de la infancia y los desórdenes mentales. Estas ideas constituyen la base del psicoanálisis, el cual consiste en utilizar la asociación libre de ideas para explorar la personalidad de los pacientes. Este tratamiento ha tenido repercusiones trascendentales en la medicina y en la vida de nuestro tiempo.

Además de crear el psicoanálisis, Sigmund Freud dio un gran impulso a la psiquiatría al proponer una importante teoría que distingue tres zonas de la personalidad: el yo, formado a partir de la educación y la experiencia, el super yo, producto del ideal de perfección del individuo, y el ello, el cual constituye la parte innata de los individuos. Esta última zona está formada por los instintos y carece de inhibiciones y trabas de carácter moral, estético o social.

A mediados del siglo XIX, la idea de que las enfermedades mentales estaban ligadas a enfermedades orgánicas tuvo un gran auge. Esta idea tuvo muchas consecuencias negativas, ya que contribuyó a que los hospitales para enfermos mentales se transformasen en reclusorios, en los cuales únicamente se aislaba a los pacientes para darles un tratamiento que consistía exclusivamente en la administración de fármacos y descargas eléctricas. Cuando era necesario calmar a un paciente se administraban depresores del sistema nervioso; en cambio, si lo que se deseaba era sacar al enfermo de un estado de depresión, se le suministraban drogas útiles para excitarlo. Es de esperarse que un tratamiento de este tipo, sin el uso de ninguna terapia de índole psiquiátrica. Sólo contribuyese a empeorar el estado físico y mental del paciente, al descompensar la química de su organismo y producir farmacodependencia.

La psicología es una disciplina científica que estudia el comportamiento humano y de otros animales. Para esto, ignora el tipo de preguntas acerca de la validez de los conocimientos humanos y da por hecho la existencia del mundo físico. Una rama muy importante de la psicología se dedica al estudio del proceso por el cual la estimulación sensorial se traduce en experiencia organizada, esto es, en percepciones.

Al tratar de estudiar los procesos perceptuales, los psicólogos se encontraron frente a un serio problema: estos procesos no son directamente observables (excepto por el sujeto perceptor), por lo cual la validez de las teorías de la percepción únicamente puede ser comprobada de una manera indirecta. Originalmente, el estudio de la percepción tenía como herramienta básica la introspección, complementada por un relato de parte del sujeto de estudio, acerca de las "vivencias" obtenidas durante la experiencia de la percepción. De esta manera, estos estudios se reducían a observaciones subjetivas sin carácter general.

John Watson fue un severo crítico de este método, y sus observaciones lo llevaron a proponer el conductismo, el cual concibe los eventos perceptuales como meras inferencias. Por lo anterior, limita sus estudios a descripciones objetivas y mediciones del comportamiento observable, verbal y no verbal. Esta doctrina se basa en la idea de que existe una correspondencia entre términos mentales y conductuales, por lo cual afirma que la mente debe ser analizada en términos de su conducta. No prohíbe el uso de la introspección como fuente de hipótesis, pero sí como herramienta para comprobar la validez de éstas.

Durante el siglo XIX, encontramos otras teorías importantes que daban alguna explicación acerca de las capacidades mentales del hombre. En particular, la frenología fue una hipótesis fisiológica que se desarrolló de manera empírica y que tuvo un gran auge, aun hasta principios del siglo XX. Se basaba en cinco principios: i) el cerebro es el órgano de la mente; ii) todas las capacidades mentales son una combinación de un número definido de facultades independientes; iii) estas facultades son innatas, y cada una de ellas se localiza en una parte definida de la superficie cerebral; iv) el tamaño de cada una de estas regiones es proporcional a la importancia, en el carácter del individuo, de la facultad correspondiente; y v) el cráneo se adapta a la corteza cerebral, de manera que basta con hacer una inspección visual de la forma exterior de su cráneo para poder describir moral e intelectualmente a un individuo. En la figura 33 se muestra la localización y nomenclatura frenológica de Johann K. Spurzheim, quien dividió el cráneo en 35 secciones con diferentes atributos.

La hipótesis frenológica fue desechada científicamente, ya que las descripciones de individuos hechas a partir de la observación de sus protuberancias craneales no coincidían con la conducta que éstos manifestaban. Ahora sabemos que las facultades intelectuales, afectivas e instintivas no se encuentran localizadas en ningún lugar del cerebro. Por otro lado, hemos aprendido que sí existe un cierto tipo de localización, pero de un carácter esencialmente distinto. Como veremos más adelante, han sido identificadas algunas áreas funcionales de la corteza cerebral. La figura 34 muestra las áreas sensora y motora de la corteza.

LA PERCEPCIÓN

La capacidad de tener sensaciones es una capacidad innata. Esto es, nacemos con ella. Por otro lado, la percepción es una capacidad individual y de índole personal, ya que es fruto de un aprendizaje, y como tal, depende de las experiencias individuales, del entorno y de las características personales.

Como muestra de lo anterior podemos hablar de los siguientes experimentos. Se han hecho estudios en personas ciegas de nacimiento a causa de la presencia de cataratas, quienes en la edad adulta han obtenido el don de la vista. En un principio, cuando recién han adquirido sensibilidad a cambios de iluminación y color, en dichas personas se observa que aunque pueden decir cuándo hay una figura presente, no pueden discriminar aún entre formas simples. Después de varios meses de haber recobrado la vista, estas personas pueden diferenciar entre un cuadrado y un triángulo con sólo observarlos; antes de esto, necesitan contar las esquinas de las figuras para poder hacer la discriminación. Lo anterior nos indica que aunque estas personas poseen el concepto de las diferentes figuras geométricas, ya que las pueden identificar si cuentan las esquinas, ese concepto no lo tienen relacionado con las imágenes respectivas. Esto es, tienen que aprender a "percibir" imágenes visuales.

De la misma manera, se ha encontrado que no existen conexiones innatas entre la identificación auditiva del sonido producido por un objeto y su identificación visual. Todas estas asociaciones de ideas deben establecerse a través de la experiencia y forman una parte importante del aprendizaje que se lleva a cabo en niños pequeños. De aquí la importancia de que los niños crezcan en ambientes enriquecidos, ya que la experiencia temprana tiene una gran importancia en el desarrollo perceptual, intelectual y emocional.

Más adelante expondremos la idea de que el proceso de desarrollo de la percepción, al igual que otros tipos de aprendizaje, está íntimamente relacionado con cambios físicos y funcionales en el organismo.

LOS FÍSICOS Y LA PERCEPCIÓN

Durante la segunda mitad del siglo XIX, algunos físicos de renombre trabajaron exitosamente en el campo interdisciplinario de la física y la psicobiología, e hicieron contribuciones importantes en este campo. Un ejemplo notable lo constituye el físico Jame C. Maxwell quien, por un lado, contribuyó de manera importante al desarrollo de la teoría electromagnética, y por otro, desarrolló una teoría tricromática del color. Por su lado Ernst Mach, gran pensador y físico, quien contribuyera con sus ideas a la formulación de la teoría de la relatividad, es famoso también por sus investigaciones en el campo de la visión. Por último, Hermann von Helmholtz, quien inició su carrera científica como médico, hizo contribuciones importantes a la física en los terrenos de la óptica y la acústica. Asimismo, contribuyó al desarrollo de teorías relacionadas con la percepción auditiva y visual. En este último terreno formuló una hipótesis llamada de inferencia inconsciente, según la cual las imágenes que percibimos están modificadas por la experiencia previa (Figura 35).

Figura 35. La serie de siluetas que aquí se muestran constituyen el test de Frenkel-Brunswik, utilizado para investigar la flexibilidad o rigidez mental de los niños. La primera silueta muestra a un gato; luego va perdiendo gradualmente sus características distintivas hasta convertirse en un perro. Cuando esta figuras se presentan en secuencia para su identificación, los sujetos rígidos se aferran a su primera respuesta, y continúan identificando como gato a las figuras ambiguas, hasta que al final de la prueba reconocen súbitamente al perro.

Grossber afirma que a finales del siglo XIX hubo un gran cisma entre la física y la psicología. Uno de los motivos principales de este rompimiento fue la revolución general del pensamiento ocurrida a principios del siglo XX. En esta época, todas las teorías físicas que se desarrollaron eran expresables de manera cuantitativa en términos de las matemáticas existentes en la época. Por ejemplo, cuando Einstein desarrolló su teoría general de la relatividad, se encontró con que necesitaba cierto tipo de matemáticas para expresarla. Para su fortuna, también se encontró con que la geometría de Bernhard Riemann, recién desarrollada, era una excelente herramienta para este propósito. Los físicos interesados en el estudio del cerebro y de la mente no fueron tan afortunados, y se vieron enfrentados a una disyuntiva debido a que las matemáticas de su tiempo no les servían para explicar los fenómenos psicológicos. Como consecuencia de esta crisis, abandonaron el estudio de la psicología y la neurobiología para dedicarse a desarrollar teorías de moda, pero no por eso menos valiosas, que pudiesen expresarse cuantitativamente utilizando las herramientas matemáticas existentes. Por otro lado, los psicólogos y los neurobiólogos devolvieron el favor, abandonando los conceptos físicos y las matemáticas, debido a que les resultaban impertinentes por inútiles.

Este rompimiento entre las dos ciencias fue tan profundo, que actualmente los profesionistas de la carrera de psicología no reciben un entrenamiento formal en la física y las matemáticas. Esto ha dificultado el trabajo interdisciplinario, ya que profesionistas de diferentes áreas no poseen un lenguaje y herramientas comunes.

EL PUNTO DE VISTA BIOLÓGICO

En este renglón hablaremos acerca de los estudios del cerebro y sistema nervioso que suelen clasificarse bajo el nombre de neurociencias. Esto abarca aspectos que pueden reducirse a términos físicos y químicos e incluye disciplinas que estudian al cerebro desde sus puntos de vista morfológico y funcional, a diferentes niveles, que van desde el estudio integral de sus componentes hasta estudios de tejidos, o celulares. Todos estos aspectos son de importancia fundamental y son indispensables para comprender el funcionamiento del cerebro.

Desde finales del siglo XVII, el hombre tenía un conocimiento muy amplio acerca de la anatomía del cerebro y de sus diversas partes. Sin embargo, el conocimiento del sistema nervioso a nivel celular inició hasta principios de siglo. En parte esto fue una consecuencia natural de la falta de técnicas e instrumentos apropiados que permitiesen llevar a cabo ciertas observaciones y experimentos. A lo largo del siglo XX esta situación se ha ido modificando, y con ello las neurociencias han tenido un impulso muy importante. Entre el gran número de técnicas y tecnologías desarrolladas durante este tiempo tenemos la autorradiografía, la tomografía de emisión de positrones, y la resonancia magnética nuclear. Gracias a las nuevas técnicas18 podemos en la actualidad observar el cerebro en funcionamiento e identificar cuáles grupos de neuronas están activas mientras realizamos diversas actividades como hablar, escuchar, soñar, mover alguna parte de nuestro cuerpo, etcétera; lo cual ha permitido hacer mapas de las conexiones entre las neuronas y las diferentes partes del sistema nervioso.

Como un ejemplo de la forma en que funcionan estas técnicas tenemos la autorradiografía, la cual consiste en lo siguiente: se inyecta una substancia química radioactiva en alguna estructura del cerebro; esta substancia es absorbida por los cuerpos celulares y transmitida a lo largo de las terminales nerviosas hasta sus extremos (transporte anterógrado), o en sentido inverso, esto es, de los extremos hacia el cuerpo celular (transporte retrógrado). Si una emulsión fotográfica es puesta en contacto con un corte de tejido cerebral, ésta es afectada por la substancia radiactiva, dejando ver la trayectoria que siguen los axones.

Otra técnica que sirve para "marcar", a las neuronas que intervienen activamente en alguna función específica del cerebro, se basa en el uso del análogo radioactivo de la glucosa, ya que la glucosa es la fuente de energía de las neuronas y por tanto es requerida durante las funciones celulares. Si se inyecta esta substancia y después se aplica un estímulo, las células activas toman la glucosa radioactiva pero no la pueden metabolizar. Por lo anterior, estas neuronas quedan marcadas y pueden detectarse y seguirse desde fuera del cerebro.

A nivel del análisis del tejido nervioso tenemos otro grupo de técnicas que han sido fundamentales para el nacimiento y desarrollo de las neurociencias. Éstas son las técnicas de teñido selectivo, las cuales permiten teñir o marcar células individuales, o partes de ellas con propiedades en común, de manera que contrastan con respecto al fondo y permiten hacer observaciones selectivas. Algunas de estas técnicas son útiles para obtener mapeos por transporte retrógrado o anterógrado. Otra técnica permite teñir únicamente las terminaciones sinápticas, esto es, los puntos de contacto entre neuronas o entre neuronas y órganos, lo cual permite apreciar las ramificaciones neuronales. También tenemos que en la etapa embriológica es posible teñir a las neuronas con substancias que se diluyen conforme se lleva a cabo la bipartición de las células, lo cual permite estudiar la migración y edad de las neuronas. Todos estos métodos han contribuido al estudio de diversos aspectos de la morfología y la fisiología del sistema nervioso y han permitido obtener una idea adecuada acerca de la geometría de las neuronas y de sus conexiones.

Actualmente las neurociencias son un campo de investigación muy activo en el que se han logrado grandes avances. Sin embargo, aún estamos muy lejos de poder decir que entendemos lo que sucede en el cerebro. La metodología empleada es muy diversa e incluye estudios comparativos entre individuos de especies diferentes, estudios del desarrollo embriológico en individuos normales e individuos con alguna alteración inducida, estudios de las disfunciones en individuos con lesiones cerebrales localizadas, el estudio de la conducta de individuos en los cuales se ha llevado a cabo la extirpación o aislamiento quirúrgico de ciertas regiones del cerebro, etcétera. Podríamos llenar páginas y páginas acerca de todo lo que nos falta por conocer y entender. Sin embargo, entre algunas de las preguntas que nos interesa resolver tenemos las siguientes: ¿cuáles son los mecanismos de reloj del desarrollo neurológico?, ¿cuáles son los mecanismos de activación y control de los genes?, ¿cuáles son los papeles de la herencia y del ambiente en el desarrollo neuronal?, ¿qué es lo que determina el crecimiento y direccionamiento de las extensiones neuronales?, ¿qué papel desempeña la muerte neuronal?; y por supuesto, preguntas relacionadas con los mecanismos por medio de los cuales se llevan a cabo los procesos de aprendizaje, de memorización, etcétera, acerca de los cuales aún conocemos muy poco.

Las neuronas:
Unidad básica del sistema nervioso

En la práctica ha sido muy difícil estudiar la estructura del tejido nervioso debido a que las células que lo constituyen, llamadas neuronas, están densamente empacadas y poseen un gran número de ramificaciones. Así tenemos que en un centímetro cúbico de tejido nervioso existe un número del orden de 10 millones de neuronas, cada una de ellas con un gran número de ramificaciones, delgadas y largas, las cuales forman una especie de "maraña" extendida e imposible de separar, y en la cual es imposible distinguir unas neuronas de otras. Algunas de estas extensiones neuronales llegan a tener más de un metro de largo y son tan delgadas que ocupan un volumen muy pequeño.

Imaginemos que tuviésemos varios millones de madejas de estambre, todas del mismo color y enredadas entre sí (y que ocuparan un volumen similar al de un cubo de 10 m de lado), y tuviésemos que decidir cuántas madejas son, y dónde empieza y dónde acaba cada una de ellas. ¡Y en este ejemplo las madejas tienen una extensión única, y no de cientos o miles de ellas!

Debido a lo anterior, los antiguos anatomistas tuvieron grandes problemas para apreciar neuronas individuales. Tanto así que a finales del siglo XIX, la idea generalizada era que el tejido nervioso era un tejido continuo. Por otro lado, las observaciones a través del microscopio óptico no aportaban evidencias que pusieran en duda esta idea. Por aquellos días, Camilo Golgi observó bajo el microscopio un corte de tejido nervioso sobre el cual se había derramado accidentalmente una solución de sales de plata, y encontró algo sorprendente: la plata había impregnado ciertas áreas del tejido, revelando la existencia de células nerviosas individuales, y delineando la forma de éstas y de sus extensiones (véase la figura 36). Así se demostró que las neuronas, unidad básica del tejido nervioso, son células separadas unas de otras; con este descubrimiento se abrió el camino hacia la neurociencia moderna.

Figura 36 . Copia de un dibujo de Ramón y Cajal, en el cual se muestra tejido nervioso proveniente de la corteza visual de una rata teñido con la técnica de Golgi.

Ahora sabemos que las neuronas son células altamente especializadas cuya función central consiste en la generación y transmisión de señales, esto, con el objeto de comunicarse con las demás neuronas del sistema nervioso y con el exterior del organismo. Debido a su alto grado de especialización, las neuronas han perdido hasta la capacidad de reproducirse. Así que en el momento del nacimiento, el ser humano cuenta con el máximo número de neuronas que tendrá en su vida, aunque la mayoría de las conexiones entre ellas no están aún establecidas. Sin embargo, aunque las neuronas que mueren no son substituidas por nuevas neuronas, en general sí pueden ser remplazadas, desde el punto de vista funcional, por otras neuronas ya existentes.

Entre las neuronas encontramos una gran diversidad de formas y sus dimensiones varían entre .002 mm y .5 mm, dependiendo del tipo de neurona de que se trate. Típicamente, están compuestas de tres partes: el cuerpo celular, las dendritas y el axón, y los puntos de contacto entre neuronas se denominan sinapsis (véase la figura 37). El cuerpo celular contiene al núcleo de la célula y es allí donde se sintetizan las enzimas y se llevan a cabo las operaciones esenciales para la sobrevivencia de la célula. El conjunto de cuerpos celulares es lo que le da su color característico a la llamada substancia gris. Las dendritas son extensiones del cuerpo celular con ramificaciones cortas y tubulares, a través de las cuales cada neurona recibe señales provenientes de un número muy grande de otras neuronas (miles, por lo general). Estas señales son sumadas o promediadas, y en caso de que la intensidad total del estímulo recibido sea mayor que un cierto umbral característico de la neurona en cuestión, ésta generará y emitirá una señal eléctrica de respuesta. Esta señal será enviada a través de una extensión larga denominada axón —la cual también puede tener numerosas ramificaciones— hasta las sinapsis, en donde de nueva cuenta se transmitirá la información hacia otras neuronas mediante intercambio químico.

La llegada de un impulso al final de una fibra nerviosa hace que se libere un compuesto químico, llamado substancia transmisora, el cual excita a la neurona vecina. Una misma neurona podrá tener conexiones inhibidoras y excitadoras con diferentes neuronas, para lo cual necesitará producir ciertas substancias químicas que actúan como transmisores. Una sinapsis será excitadora o inhibidora, dependiendo de la presencia de diferentes tipos de receptores y transmisores en la membrana celular (véase la figura 38). Los mecanismos bioquímicos que intervienen en el metabolismo y funcionamiento de las neuronas son muy complicados. Prueba de esta complejidad es el hecho de que en la transmisión de los impulsos nerviosos a través de las sinapsis intervienen más de 30 moléculas diferentes. Sin embargo, todas las señales eléctricas transmitidas a lo largo de los axones son en esencia iguales, independientemente del tipo de fibra nerviosa que intervenga (las fibras nerviosas son haces de axones que parten de células relacionadas con una misma función). De tal suerte que lo que varía de un caso a otro es el número de impulsos transmitidos por unidad de tiempo.

Los axones celulares están cubiertos por una substancia grasa llamada mielina, la cual da un color blanco característico a ciertas partes del sistema nervioso (substancia blanca del encéfalo, médula y de algunos nervios). Este envoltorio las aísla eléctricamente del exterior, de manera que la transmisión de los impulsos nerviosos se lleva a cabo únicamente a través de las sinapsis.

Los impulsos nerviosos viajan a lo largo de las fibras nerviosas con una velocidad de casi 500 kilómetros por hora. Esta velocidad es muy alta comparada con la que nosotros nos desplazamos (menos de 10 km/h), y muy lenta si se compara con la velocidad de propagación del sonido en el aire (aproximadamente 1 300 km/h) o la velocidad de la propagación de la luz en el vacío (300 000 km/seg @ 109 km/h).

Otro nivel de organización: el cerebro

Como mencionamos anteriormente el sistema nervioso central es el encargado de integrar y procesar la información sensorial, y de dirigir las respuestas motoras del organismo. En los vertebrados este sistema está formado por la médula espinal y el encéfalo.


Figura 38 Las sinapsis pueden ser excitadoras o inhibidoras dependiendo del tipo de transmisor que liberan. Con ayuda del microscopio electrónico ambos tipos de sinapsis pueden ser distinguidos morfológicamente.

La médula espinal está situada dentro de la columna vertebral. Entre las conexiones vertebrales existen unos espacios por donde salen las prolongaciones laterales de la médula, las cuales se ligan a los ganglios y nervios espinales. De manera que los nervios captan información del exterior, a través de los sentidos, y la transmiten al encéfalo a través de la médula espinal.

El encéfalo está contenido dentro de la caja craneana, y está compuesto por el tallo cerebral y el cerebro. El cerebro es la parte anterior y superior del encéfalo; es una parte muy importante del sistema nervioso de los organismos superiores y también la más voluminosa e importante. En el hombre, este órgano es en el que residen las actividades mentales superiores: es el centro del pensamiento, del razonamiento abstracto y de las actividades conscientes, y su masa constituye aproximadamente 85% de la masa total del encéfalo.

El cerebro consiste de una gruesa capa de materia gris, con profundas circunvoluciones y separado en dos hemisferios, izquierdo y derecho, por una fisura profunda. Estos hemisferios se encuentran conectados entre sí por un grupo de fibras nerviosas llamado cuerpo calloso. Cada hemisferio se encuentra dividido por fisuras profundas en cuatro secciones. Éstas son los lóbulos frontal, temporal, parietal y occipital. El hemisferio derecho controla la mitad izquierda del cuerpo y la derecha de la cara, y viceversa.

A nivel macroscópico, ambos hemisferios son prácticamente imágenes de espejo. Sin embargo existen importantes diferencias funcionales. Por ejemplo, en la mayoría de las personas las áreas que controlan el lenguaje están localizadas en el hemisferio izquierdo, mientras que el control de las percepciones espaciales reside en el derecho. Dentro de la corteza cerebral se han identificado algunas áreas funcionales, por ejemplo: la corteza visual en el lóbulo occipital, la corteza auditiva en el lóbulo temporal, la corteza motora en el lóbulo frontal y la corteza sensitiva en el lóbulo parietal. La figura 39 nos muestra un mapa de las regiones sensora y motora de la corteza, llamado así debido a que en él se encuentran representadas todas las regiones del cuerpo; el área que cada una de estas regiones ocupa es aproximadamente proporcional al grado de refinamiento del control y de la sensibilidad, requeridos por dichas áreas.

Sin embargo, en los primates, una gran parte de la corteza no se dedica a ninguna función motora o sensorial específica.

Esta "corteza de asociación" aparentemente interviene en actividades mentales superiores, tales como el razonamiento. En el hombre, esta parte constituye la mayor parte de su corteza cerebral.

Fuente: texto consultado el 06 de agosto del 2008, de
http://omega.ilce.edu.mx:3000/sites/ciencia/volumen2/ciencia3/088/html/sec_9.html

martes, 5 de agosto de 2008

Fisiología

La fisiología (del griego physis, naturaleza, y logos, conocimiento, estudio) es la ciencia biológica que estudia las funciones de los seres orgánicos.

Esta forma de estudio que reúne los principios de las matemáticas, la física y la química, dando sentido a aquellas interacciones de los elementos básicos de un ser vivo con su entorno y explicando el porqué de cada diferente situación en que se puedan encontrar estos elementos. Igualmente se basa en conceptos no tan relacionados con los seres vivos como pueden ser leyes termodinámicas, de electricidad, gravitatorias, meteorológicas, etc.

Para que la fisiología pueda desarrollarse hace falta conocimientos tanto a nivel de partículas como del organismo en su conjunto inter-relacionando con el medio. Todas las teorías en fisiología cumplen un mismo objetivo, hacer comprensibles aquellos procesos y funciones del ser vivo y todos sus elementos en todos sus niveles.

En función del tipo de organismo vivo, podemos distinguir tres grandes grupos:

Fisiología vegetal
Fisiología animal y dentro de ésta la Fisiología humana
Fisiología bacteriana
La fisiología tiene varias ramas: Fisiología celular, de tejidos, de órganos, veterinaria o animal, humana y comparada.

Fisiología humana
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La fisiología (del griego physis, naturaleza, y logos, conocimiento, estudio) es la ciencia que estudia las funciones de los seres multicelulares (vivos).

Tabla de contenidos
1 Homeostasia
2 El medio interno
2.1 Supervivencia de células
3 Elementos fisiológicos
4 Mecanismos de control
4.1 Retroalimentación negativa
4.2 Retroalimentación positiva
5 Clasificación
6 Referencias

Homeostasia

La homeostasia, (del griego homoios que significa similar, y stasis, en griego στάσις, posición, estabilidad) es un término que usan los fisiólogos para describir y explicar la persistencia de las condiciones estáticas o constantes en el medio interno. Esencialmente, todo órgano y tejido en el cuerpo llevan a cabo funciones que ayudan a mantener estas condiciones constantes. Desde los pulmones que captan el oxígeno, hasta los riñones que mantienen constantes las concentraciones de iones en el cuerpo, cada órgano y célula aporta una función que se suma a las funciones totales de los demás sistemas que permiten la vida del ser humano.

El medio interno [editar]El 56% del cuerpo humano está formado de líquido y la mayor parte de este líquido se encuentra dentro de las células (líquido intracelular); de cualquier modo, alrededor de un tercio se encuentra en los espacios por fuera de las células y compone lo que conocemos como líquido extracelular. A diferencia del primero, éste líquido se encuentra siempre en movimiento en el organismo. Es mezclado rápidamente por la circulación de la sangre y por difusión entre la misma y los líquidos tisulares, y en el líquido extracelular se encuentran los iones y nutrientes que se requieren para que las células conserven su función. Prácticamente, todas las células viven rodeadas del líquido extracelular, por lo que a este líquido se le conoce como medio interno del cuerpo o milieu intérieur como le llamó el fisiólogo Claude Bernard.[1]

Supervivencia de células

Las células se desarrollan y llevan a cabo sus funciones, tanto más si estas son especializadas, mientras tengan a mano en el medio interno de concentraciones adecuadas iones, oxígeno, glucosa, diversos aminoácidos y otras sustancias que le sirven como bloques de nutrición o para reparación.

Elementos fisiológicos [editar]El cuerpo está formado por células, éstas forman aparatos y, a su vez éstos componen los sistemas que mantienen el cuerpo vivo.

Sistema cardiovascular. Consta de una bomba (corazón) que bombea la sangre que recibe hacia los pulmones para ser oxigenada y hacia el resto de tejidos del organismo y de un sistema de conducción que conduce la sangre hacia los pulmones y hacia la circulación sistémica.

Sistema respiratorio. La sangre capta el oxígeno en los alvéolos y es transportado en ella a las células que lo requieren.

Sistema gastrointestinal. Es el sistema que absorbe los distintos elementos nutritivos como carbohidratos, ácidos grasos, aminoácidos que serán portados hacia el líquido extracelular.
Sistema muscular
Sistema esquelético. Que es el que da soporte al cuerpo.
Sistema renal y genitourinario. Para eliminar las sustancias que el cuerpo ya no necesita.
Sistema nervioso. Que con sus dos partes: la sensitiva y motora, permiten al ser vivo de percibir el entorno que le rodea por medio de sensaciones y al mismo tiempo poder moverse a traves de ese medio.
Sistema hormonal. Que con las glándulas que secretan sustancias llamadas hormonas, permiten regular las funciones vitales del cuerpo
Sistema reproductivo. Aunque no se considera una función homeostática, permite mantener una situación estática generando seres vivos que ocuparán el lugar de los que van desapareciendo.
Esto ilustra el hecho de que, en última instancia, todas las estructuras del cuerpo están organizadas de una manera que ayuden a mantener la continuidad de la vida.[2]

Mecanismos de control
El cuerpo humano posee variados sistemas de control. Son estos mecanismos los que permiten la vida y poseen una gran importancia biomédica, en virtud de que si uno de los sistemas falla, el equilibrio homeostático se ve en riesgo y en ocasiones el fallo puede ser incompatible con la vida. Los más complejos son los sistemas de control genético dentro de la célula, pero existen otros que se hacen patentes desde el punto de vista de un órgano o sistema como un todo. Dentro de estos mecanismos de control, que son unos cientos, tenemos la regulación de concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono, regulación de la presión arterial, la regulación de la temperatura corporal, etcétera.

Retroalimentación negativa

Los sistemas de control del cuerpo humano actúan mediante un proceso de retroalimentación negativa (negative feedback). Si algún factor cualquiera alcanza concentraciones exageradas o excesivas o demasiado bajas, un sistema de control inicia una retroalimentación negativa que consiste de una serie de cambios que devuelven al factor antes mencionado hacia un valor medio determinado, con lo que se mantiene la homeostasia. Un buen ejemplo para ilustrar este proceso es la regulación de la concentración de dióxido de carbono en el organismo. Cuando existe una concentración incrementada de CO2 en el líquido extracelular, se aumenta la ventilación pulmonar, lo que al mismo tiempo hace disminuir la concentración del gas en el medio interno. Esto es lo mismo que decir que la respuesta es negativa con respecto del estímulo inicial. Del modo contrario, si el CO2 disminuye de manera excesiva, se comienza el proceso del sistema de control para que los niveles del gas se incrementen a un nivel adecuado.

Retroalimentación positiva
A la retroalimentación positiva también se le conoce como círculo vicioso y es regularmente fatal para el organismo que lo padece. Una retroalimentación positiva, al contrario de la retroalimentación negativa, no deriva en una estabilidad del sistema, si no en una inestabilidad peligrosa. Un ejemplo para ilustrar este concepto es cuando el hombre sufre una hemorragia severa de dos litros de sangre provocando que el volumen de sangre sea tan bajo que el corazón no disponga del suficiente como para bombear con eficacia. Esto hace que la presión arterial caiga y el riego sanguíneo de las arterias coronarias del corazón al músculo cardíaco sea tan bajo el órgano comienza a sufrir. Esto debilita al corazón y hace que el bombeo sea más débil y disminuido, lo que hace que el corazón se debilite más, continuando así hasta que el sistema se colapse por culpa del círculo vicioso generado.

En muchos casos el mismo organismo tratará de proveer una retroalimentación negativa para romper el círculo vicioso en el que se encuentran los factores. Si en el ejemplo de la hemorragia, a la persona en lugar de dos litros fuera solo un litro la pérdida de sangre, los mecanismos de control normales proporcionarían la retroalimentación negativa para controlar el gasto cardiaco y la presión arterial compensarán de manera eficaz la retroalimentación positiva y la persona se recuperará sin dificultades. Lo mismo sucede si hay una intervención de urgencia por el cuerpo de salud que pueden trasfundir plasma o sangre al paciente para evitar un shock. en el caso del parto ocurre un efecto beneficiosos de la retroalimentacion positiva con la hormona oxitocina.

Clasificación
Atendiendo a los diversos tipos de células, órganos y sistemas, podemos distinguir:

Fisiología de la audición
Fisiología cardiaca
Fisiología de la célula muscular
Fisiología celular
Fisiología del ejercicio
Fisiología del sistema endocrinológico
Fisiología gastrointestinal
Fisiología del gusto
Fisiología muscular
Fisiología de la neurona
Fisiología del olfato
Fisiología renal
Fisiología de la reproducción
Fisiología respiratoria
Fisiología del tejido sanguíneo
Fisiología vascular
Fisiología de la visión
Neurofisiología

Referencias [editar]↑ Tratado de Fisiología Médica; Dr. Arthur C. Guyton; ISBN 0-7216-4394-9
Tratado de Fisiología Médica; Dr. Arthur C. Guyton; ISBN 0-7216-4394-9
Obtenido de "http://es.wikipedia.org/wiki/Fisiolog%C3%ADa_humana"
Neurofisología

La neurofisiología es la rama de la Fisiología que estudia el sistema nervioso.

Neurofisiología clínica

La Neurofisiología es la parte de la Fisiología que estudia el sistema nervioso, siendo la fisiología la ciencia biológica que estudia la dinámica de los organismos vivos. En la práctica la Neurofisiología estudia la dinámica de la actividad bioeléctrica del sistema nervioso.

La Neurofisiología clínica es la especialidad médica que aplica los conocimientos de la neurofisiología al estudio de las enfermedades que afectan al sistema nervioso y órganos sensoriales. En la mayoría de los hospitales se encuentra como un servicio central para la exploración complementaria, como apoyo al diagnóstico y seguimiento, para especialidades diversas: Traumatología, Rehabilitación, Reumatología, Neurología, Pediatría, Oftalmología, ORL, Neurocirugía, Psiquiatría, Neumología, etc.

Fuente: concepto de fisología, consultado el 05 de agosto del 2008, de
http://es.wikipedia.org/wiki/Fisiolog%C3%ADa

domingo, 8 de junio de 2008

NEUROBIOLOGIA DE LA CONCIENCIA

NEUROBIOLOGIA DE LA CONCIENCIA: CRITICA DEL INTERACCIONISMO DUALISTA(*)
Augusto Fernández-Guardiola(**)
(*) Ponencia presentada en el III Coloquio Nacional de Filosofía.
(**) Unidad de Investigaciones Cerebrales. Instituto Nacional de Neurología y Neurocirujía. Facultad de Psicología. UNAM.
El concepto de conciencia ha comenzado a ser objeto de la investigación científica, solamente desde hace poco menos de un siglo. El que algunos pensadores abandonaran la instrospección como método exclusivo de sus indagaciones, no fue un hecho fortuito ni un capricho.
Sostendremos en este trabajo que la aplicación del método experimental a la exploración de lo que es la memoria, la percepción, la ideación, el lenguaje y los sueños del hombre, fue una consecuencia lógica de la acumulación de conocimientos empíricos sobre la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso, desde los animales inferiores hasta los primates. Las tesis materialistas en las ciencias naturales han sido las responsables de un enorme progreso en la vía de resolución del problema mente-cerebro, pues son optimistas y promueven investigaciones, no tratan de ignorar el problema aún no resuelto y facilitan la acumulación de datos tendientes a su resolución. Los científicos naturalistas llegaron al problema desde los niveles inferiores; fueron, por así decirlo, empujados hacia él a medida que sus técnicas perfeccionadas les permitían analizar niveles superiores y cada vez más complejos de la organización del sistema nervioso.
Nada más instructivo que el seguir el camino de la neurofisiología, desde los estudios celulares (Cajal, 1911, Hodgkins, 19ó0), los reflejos medulares (Sherrington, 1912), la fisiología de las sinapsis (Dale, 1920; Katz, 1950, Eccles, 1970), los reflejos condicionados (Pavlov, 1907), e instrumentales (Konorski, 1955), el descubrimiento del electroencefalograma (Berger, 1929) y de las respuestas eléctricas del cerebro, ante los estímulos sensoriales (Adrian, 1934). Más tarde y gracias a las técnicas que permitieron el estudio de la actividad eléctrica del cerebro en animales no anestesiados y en libertad de movimientos (Hess, 1945), se comienzan a estudiar los mecanismos del sueño y la vigilia (Bremer, 1939, Moruzzi y Magoun, 1949), de la atención y de la habituación Hdez-Peón (1956), Galambos (1958), de la reactivación de memorias incluso en el hombre por estimulación directa del cerebro (Penfield, 1950), hasta llegar al importante descubrimiento de que cada hemisferio cerebral posee mecanismos propios de integración del aprendizaje y de expresión de éste, estando uno de ellos ligado a la conciencia lingüística (el izquierdo en la mayor parte de los sujetos) y más a la vida emocional y percepción del espacio, el contralateral derecho (Sperry 1969).
A este sinuoso camino de la neurofisiología convergió, en las últimas décadas, otra vía que con técnicas distintas (análisis químicos en lugar de actividad eléctrica) comenzó a descubrir que las células nerviosas, además de ser increíbles transductores eléctricosanalógicos-digitales,son maravillosas fuentes creadoras de innumerables substancias químicas que intervienen como mensajeros en la transmisión de información, ya sea como agentes directos o como reguladores del flujo informativo. Nuevos mapas del cerebro se construyen con la distribución de estas substancias (Hillarp, Fuxe, 1960). Otras que son precursoras de la producción de hormonas por la hipófisis hicieron irrupción, y se crea la neuroendocrinología (Harris, 1950, Sharrer, 1952).
Cuando ya parecía que el nivel de complejidad era normal y llegaba a su fin, se descubren en estos años otras substancias, de moléculas mucho más pequeñas, diminutos péptidos, como la llamada substancia P (von Euler, 1969) que intervienen en la transmisión del dolor, de la periferia al centro, y otras que ocupan naturalmente el lugar donde se fija la morfina cuando es administrada. Estos compuestos, llamados por esto endorfinas (morfinoides endógenos) (Hughes, 1975; Kosterlitz, 1976), son 1000 veces más analgésicos que la morfina y han revolucionado nuestro concepto de la sensación dolorosa.
Desde hace muchos años, miles tal vez, el hombre ha podido constatar que la ingestión de determinadas substancias, provenientes en su mayoría de las plantas, alteraban sus pensamientos y producían particulares estados de conciencia. La neurofarmacología analiza el lugar, el mecanismo de acción de estas substancias en el cerebro, estableciendo así las bases físicas de las alucinaciones y otros estados de conciencia alterada.
Todos estos métodos de análisis que hemos someramente descrito, más otros que provienen del campo de la patología médica, y de la construcción de modelos (cibernética), se reúnen en lo que se ha dado en llamar neurociencias (una sociedad con este nombre, constituida por norteamericanos, canadienses y mexicanos, está realizando los congresos anuales, con la participación más numerosa que se haya registrado nunca en ciencias básicas).
Necesariamente el inmenso caudal de aporte empírico sobre hechos que se aproximan a la actividad mental, ha producido teorías que plantean la fiscalización de la mente (Feigl) y la identidad siconeural, opuestas al antiguo paralelismo o epifenomenalismo, e incluso a las más recientes tesis dualistas de la emergencia causal (Sperry) o del dualismo interaccionista (Popper y Eccles). Antes de analizar estas dos últimas teorías quiero señalar una importante desviación, el conductismo; Watson consideró innecesario y hasta engañoso el establecer la existencia de la conciencia. Skinner afirma que "todo" es conducta, hasta el pensamiento abstracto y reflexivo.
Tras mucho tiempo de mantener esta posición, el conductismo moderno, sin abandonar su preciosa virtud de realizar medidas matemáticas y comparables, aborda de nuevo el interior de la "caja negra", aunque sea principalmente en relación con los aspectos internos de control y regulación de la conducta (Adam, Rodin).
¿Es necesario el concepto de conciencia? Indudablemente si lo es, si estudiamos la conducta de animales superiores y del hombre. Afirmamos lo anterior basados sobre todo en los estados de conciencia alterada globalmente o disociada en forma parcial. Los mecanismos homeostáticos de regulación (por ejemplo los que se ponen en marcha con el hambre, el frío o la sed) producen estados de conciencia particulares en los que se tiende a ejecutar una conducta que satisface o llena una necesidad. El mecanismo o proceso homeostático en sí no es generalmente consciente, por ejemplo, la secreción de insulina cuando los niveles de azúcar se elevan en la sangre, o el aumento de glóbulos rojos, a medida que vivimos más altos sobre el nivel del mar, o la secreción de neurohormonas vasoconstrictoras cuando nos exponemos al frió, pero el estado que desencadena la acción homeostática, es con frecuencia claramente consciente. El estimulo que va a desencadenar la regulación nos hace "sentir" hambre, mal de altura o frió, y este estado consciente va a producir una conducta particular, independiente o no del estado de regulación homeostática que inmediatamente le sigue. Queremos con esto afirmar que los procesos conscientes pueden realizar un control, son neuralmente causales y pueden marchar en el mismo sentido que los procesos de regulación automáticos o pueden ir en un sentido o dirección diferente, a veces completamente opuesto.
Al analizar los procesos de regulación y control en la vía visual decíamos lo siguiente (Fernández - Guardiola, 1969).
..."Los animales, en el proceso de su relación con el medio ambiente, reciben una multitud de señales; algunas de éstas poseen para ellos un significado especial, por lo tanto se ven en la necesidad de elegir unas y rechazar otras; con frecuencia sucede que la señal que tiene más significado es también la más débil, y debe ser percibida sobre un fondo de estimulaciones más intensas pero sin significado. En forma opuesta, la intensidad de una señal puede ser tan grande que se convierte en una estimulación supramáxima, que tienda a saturar las vías sensoriales. En estos dos casos los seres deben de transformar las señales en una forma correcta, para lo que es necesario la puesta en juego de procesos de amplificación y de inhibición. Para realizar este control hacen los mamíferos toda una serie de actos motores y conductuales; entre otros el cierre parcial y total de los párpados y los movimientos de los pabellones auditivos son ejemplos sencillos. También realizan igualmente los animales respuestas reflejas en las cuales la finalidad es la regulación, dentro de límites adecuados a las características del receptor incriminado, de la intensidad de las estimulaciones; la dilatación de las narinas, la contracción de los músculos del oído medio y los movimientos del iris son ejemplos clásicos de esta regulación refleja"......"Un elemento de confusión surge por el uso indistinto de los términos control y regulación. Este último se refiere al conjunto de mecanismos que permitan la constancia de una función, mientras que el control, en su sentido dinámico, implica modificaciones que puedan, en un momento dado, hacer funcionar al sistema en una dirección diferente de la fijada por la regulación".

El llamado reflejo fotomotor da como resultado que una luz intensa del medio ambiente produzca una constricción del músculo del iris y la pupila se reduzca de diámetro (miosis); éste es un proceso automático que no penetra al campo de la conciencia. Pero si, en esta misma situación de iluminación, percibimos un estímulo con un alto grado de significado, la pupila se dilata (midriasis) en una acción centrífuga que marcha en dirección opuesta al reflejo fotomotor automático.
Por lo tanto, podemos concebir a los estados de conciencia como configuraciones de procesos neurodinámicos, que pueden no diferir de los mecanismos de la homeostasis (Pribram, 1978) o pueden ejercerse en dirección opuesta, modificando la regulación con un carácter propositivo, fásico o tónico.
En un principio se pensó que la porción del sistema nervioso central que está involucrada en los procesos de regulación, lo hacía en una forma independiente y diferente, y por eso se le llamó sistema nervioso autónomo, separándolo de un sistema nervioso somato-sensorial, que abarcaría la integración de la actividad mental, como consecuencia de la elaboración continuada filogénica y ontogénica, de la situación estímulo-respuesta. Más tarde aparecieron hechos que probaban que estos sistemas no son independientes, y que los estados particulares de conciencia (abarcando aquí la conciencia reflexiva, la conciencia directamente ligada a la percepción y los estados de conciencia alterada o no inmediatamente canalizada a la memoria), podrían comportarse como estructuras de control y modificar la actividad de subsistemas automáticos. A veces, modificarla tanto que daría lugar a estados especiales de conducta, que conocemos como enfermedades. Una de las primeras incursiones a este problema, lo constituyen los trabajos de Charcot sobre la histeria. No hay que olvidar que Freud asistió a cursos de Charcot y quedó altamente impresionado por la magnitud de las alteraciones somáticas, que se pueden lograr a través de la manipulación de los estímulos sensoriales, particularmente del lenguaje.
Posteriormente, al considerar la caracterización y posible naturaleza de los procesos de control ejercidos por la conciencia, se hizo el importante descubrimiento de que como consecuencia de la actividad mental, el cerebro ejerce acciones centrífugas tendientes a regular la entrada sensorial, estando por lo tanto estas acciones involucradas en los procesos de atención del organismo.
A través de experimentos cuidadosos se han identificado, estructural y funcionalmente, varios de estos generadores de acciones centrifugas, a partir de la actividad mental.
Uno se ejercería mediante la respuesta fásica (breve y súbita), que provoca un estímulo novedoso o con un alto significado. Esta respuesta fue estudiada por Pavlov, quien la llamó el reflejo de "¿Qué es esto?" Posteriormente Sokolov (1965) y los Lacey (1960) dedicaron mucho trabajo al análisis de las alteraciones de las variables fisiológicas de este reflejo de orientación. Otro control consciente actuaría en forma "tónica" (sostenida y prolongada) que permite una actividad estable, con un mínimo de errores; este control incluiría los movimientos voluntarios en una larga tarea de ejecución aprendida. También sería un control consciente el efecto inhibitorio descendente, para suprimir respuestas de carácter primario. Este tipo de control permite el retardar la aparición de las respuestas somáticas, con relación a un estímulo dado, como demostró Pavlov en los reflejos condicionados retardados o de "huella".
Este mismo efecto causal inhibitorio sobre la conducta es responsable del bien conocido fenómeno de la habituación o acostumbramiento a los estímulos, que no tienen un significado especial, o que lo pierden al ser aplicados en forma periódica y monótona.
El dualismo interaccionista no niega ninguno de los hechos que acabamos de describir; es más, basa sus argumentaciones en los mismos y otros semejantes. Eccles (1978) hace un análisis verdaderamente cuidadoso de cómo se va integrando la actividad mental en el seno del sistema nervioso. Se basa para estructurar su teoría, en la hipótesis de los "tres mundos" de Popper (1970). Sostiene que la mente autoconsciente (la conciencia reflexiva) es una "entidad independiente", que está siempre activamente ocupada en leer lo que sucede en los centros activos de los módulos corticales, especialmente en el hemisferio dominante. El llama "el cerebro de enlace" (the liaison areas) a los lugares o módulos, donde el mundo I el mundo de la percepción sensorial directa) alcanza su integración superior, en grupos celulares alejados ya de los receptores y de las primeras etapas de procesamiento. Para Eccles, el cerebro procesaría toda la información en esta etapa y la pondría a disposición de la conciencia, que corno entidad distinta elegiría, momento a momento, la información necesaria, despreciando aquí, asimilando allá, interactuando, "hacia abajo", hacia el tejido neural, acullá, etc., etc. Esto, según él, confiere a la mente autoconsciente su carácter unitario. Propone que la relación mente autoconsciente, áreas de enlace cerebral, es una interacción que da lugar a correspondencia, pero no a una identidad.
Otro argumento que propone es el que existe con frecuencia una discrepancia temporal entre los eventos neurales y las experiencias de la mente autoconsciente. Uno más, es el ya varias veces mencionado, de que la mente autoconsciente actúa, continua y efectivamente, sobre los eventos neurales cerebrales. Para Eccles el componente clave de su hipótesis es que la unidad (y continuidad) de la experiencia consciente está proporcionada por la mente autoconsciente y no por la maquinaria neural de las áreas de enlace del hemisferio cerebral. Vemos aquí, que en la hipótesis de Eccles se propone a la conciencia no como una parte especial del mundo I (aparato neural, mundo físico y biológico) y por lo tanto con "propiedades fundamentales diferentes".
Eccles no puede desligarse de su formación biofísica y en un malabarismo comprensible trata de explicarnos estas propiedades. Dice: "Aunque está en enlace (la conciencia) con zonas especiales de la neocorteza, no necesita, en sí misma, la propiedad de la extensión espacial. Aparentemente integra en forma instantánea lo que es capaz de leer en los diversos elementos esparcidos por la neocorteza activa, sobre todo del hemisferio dominante, pero probablemente también del hemisferio menor del cerebro normal"... En cuanto a su localización, no la considera necesaria en general, pero sí en el momento en que la mente "interactua" con el cerebro (y esto admite es un proceso constante).
Como vemos, Eccles moderniza y trata de poner al día el "duende en la máquina" de Descartes.
Nos describe un ente, una especie de energía que es capaz de leer a través de un sofisticado sistema de barrido (Scanning), de traducir información neural en pensamientos, sentimientos, belleza, altruismo, etc. Que es también capaz de estimular neuronas y que éstas produzcan respuestas eléctricas en masa (como el potencial previo al movimiento voluntario). Algo que no tiene localización precisa en general, pero que cuando lee o cuando actúa, si lo hace en forma discreta y localizada al máximo.
Lo más interesante de la hipótesis de Eccles (y de los de otros dualistas interaccionistas, como Sperry) no es su construcción de entes no físicos, con cada vez más capacidades de realizar funciones físicas definidas, sino su análisis profundo de las etapas neurales previas a la formación de estos módulos neuronales, instantáneas bibliotecas donde el duende va a leer y a adquirir la decisión de actuar. Lo que es verdaderamente un valioso esfuerzo útil a las tesis monistas y de identidad, es la definición, caracterización y demarcación de estas bibliotecas del duende. Y esto, tanto Sperry como Eccles, lo han logrado con bastante precisión, a través de sus propios trabajos y revisando los conocimientos de las neurociencias actuales.
Cuando se analizan las tesis dualistas de la antigüedad y el medioevo (baste leer los amenos poemas de debates entre contrarios de los siglos XIII y XIV español y francés, especialmente los habidos entre el alma y el cuerpo e, incluso, el dualismo cartesiano), sentimos los que abogamos por tesis identificadoras un gran alivio, pues a nadie escapa que el dualismo tiende históricamente a desaparecer, al acortarse más y más las diferencias fenomenológicas y gnoseológicas, entre los eventos neurales integradores y la integración de la conciencia reflexiva.
Hay una gran distancia de análisis fisiológico entre el alma en la glándula pineal y la autoconciencia lectora y efectora, revisando datos en las áreas de enlace de la corteza cerebral.
Adoptando una actitud constructivista vemos que el dualismo se está desequilibrando, pues durante los últimos 200 años ha construido con parsimonia un conocimiento, siempre estructurado, como un algoritmo lógico de hipótesis sobre la integración neural de funciones superiores, que han ido acortando y restringiendo las posibles propiedades de una mente no física, del atareado duende, que al fin y al cabo, o ingresa en el mundo congruente de lo físico, o pierde su empleo.
Vemos así que Eccles y otros dualistas interaccionistas admiten la elaboración neural de lo mental, paso a paso desde los receptores (exteroceptores, que nos ponen en relación con el medio ambiente; interoceptores que reciben estímulos de los músculos, articulaciones y vísceras) hasta los niveles más altos o superiores del sistema nervioso central. Admiten por lo tanto un primer paso de transducción analógica-digital.
Los receptores, como respuesta a los estímulos, se activan y generan una respuesta gradual y local, que guarda cierta relación constante con la intensidad del estímulo. Esta respuesta eléctrica mensurable, produce instantáneamente una descarga de impulsos que viajan por las fibras que constituyen los nervios aferentes, que van hacia el sistema nervioso central. En estas fibras los impulsos o potenciales de acción propagados, son siempre del mismo tamaño, y sólo varían en su frecuencia, es decir se comportan como una información digital, por eso decimos que el primer paso del procesamiento de los estímulos es una conversión analógico-digital. Los dualistas aceptan esto y también el que el proceso se repite en cada etapa o estación de transmisión en el sistema nervioso central. Es más, gracias a los experimentos neurofisiológicos del propio Eccles, sabemos que estos impulsos todo o nada, digitales, pueden generar además de excitación, potenciales inhibidores en las neuronas (potenciales postsinápticos inhibidores, PPSI) y que la información resultante es un delicado balance de la excitación y de la inhibición.
Basándose en cuidadosos estudios, como los de Milner, Luria, Vigotsky y Teuber, realizados en seres humanos con lesiones cerebrales, y en los trabajos de Penfield y Sperry, todos ellos tendientes al análisis de funciones de percepción, adquisición y reactivación de memorias, aspectos sensoriales y motores del lenguaje, etc., y en fin, al análisis de la formación de la experiencia consciente, el propio Eccles llega a la concepción de la integración modular de la conciencia en la corteza cerebral, sobre todo del hemisferio dominante. ¿Para qué, podemos preguntarnos, entonces, una actitud dualista? Son diversos los argumentos que han dado lugar al dualismo interaccionista moderno. Mencionaremos algunos de ellos:
No somos conscientes de los procesos neurales, de nuestra propia actividad nerviosa privada y sólo la inferimos por el estudio del cerebro ajeno, como observadores. Es difícil aceptar que los procesos físico-químicos que estamos observando en otro cerebro son idénticos a la conciencia de ese cerebro, que no podemos observar y solamente inferir a través de la conducta y el lenguaje.
La integración analógico-digital de la información en redes neuronales, aunque tengan propiedades de plasticidad, no da cuenta de la notoria propiedad de la conciencia volitiva y del libre albedrío.
No es lógico, para los dualistas, pensar que una neurona o un grupo de ellas, piensa. Entonces la actividad mental es una propiedad emergente, es un todo diferente a sus partes y es fácil atribuirle una naturaleza distinta de lo neural.
La mente es una forma de energía, es un campo de fuerza, como pueden serlo el magnetismo o la electricidad. Este argumento se basa en los nunca hasta ahora probados hechos de la parasicología, como la telequinesia, la telepatía o la clarividencia.
El hombre lleva miles de años conociendo sus estados mentales, su historia personal y su proyección a un futuro, por lo menos inmediato, a través de la introspección, y esto sin saber nada, ni la existencia siquiera, de las funciones superiores del sistema nervioso central. Una teoría de la identidad siconeural no le ayudaría para nada en la elaboración de juicios sobre su experiencia consciente.
Antes de tratar de rebatir estos argumentos (que tienen un valor o "peso", muy diferente entre si) debo señalar que existen muchos otros, pero que no provienen estrictamente de la teoría dualista -interaccionista. Quiero discutir precisamente esta teoría, no porque crea que es totalmente falsa o equivocada, sino porque pienso que sólo tiene un error final en la interpretación de lo que podríamos llamar la gran conversión digital-analógica, que es en sí la integración de la conciencia.
Un error final, pero un admirable acúmulo de hipótesis y hechos sobre la integración neural de la actividad mental. Esto hace que para mí esta teoría del dualismo interaccionista, no deba tratarse de rechazar in toto. Por otro lado existe el hecho innegable de que nadie conoce. por el momento, en qué consiste esa transformación de la actividad nerviosa, pública o privada, en conciencia, experimentada o inferida.
Al considerar el primer argumento (a) podemos argüir en contra lo siguiente: El que no seamos conscientes de nuestra actividad neural, idéntica a la conciencia, no implica que ésta sea un epifenómeno o algo distinto. Tampoco somos conscientes de la actividad neural que sucede durante el reflejo fotomotor pupilar o de la contracción de los músculos del oído medio, que regulan la "entrada" auditiva y a nadie se le ocurriría por eso negar la identidad neural y la integración material de estos reflejos.
Globus (1973) extiende y trata de refinar la teoría de la identidad siconeural afirmando lo siguiente: "No debemos pensar que la conciencia de un sujeto es idéntica a los eventos neurales detectados por un observador externo. Supondremos que es idéntica a sus propios y puros eventos, que para un observador son fenómenos neurales". Agregaríamos a ello que estos eventos neurales privados constituyen el paso digital-analógico de la experiencia consciente. Tenemos pruebas de que, en parte, este aparato se organiza en el cerebro y se adquiere genéticamente, tal sucede con los grupos neuronales que responden a diversos grados de amplitud del movimiento de una articulación (Mountcastle, 1966), o a las neuronas visuales que responden solamente a bordes de las imágenes con una determinada inclinación (Hubel y Wiesel, 1962). Esta idea ha surgido a través del tiempo en diversos investigadores; seria semejante a las categorías innatas de la mente (Kant) y a las ideas de Chomsky acerca de las bases genético-neurales para la comprensión del lenguaje.
En cuanto al argumento expresado en (b) relativo a la libertad de acción, no veo por qué la identidad siconeural restrinja esta propiedad de la conciencia. Suponemos que el aparato neural consciente está muy alejado; miles de sinapsis lo separan de los lugares de recepción directa de los estímulos sensoriales. Recibe por lo tanto información ya muy elaborada y filtrada. Cuando elegimos realizar un acto voluntario, lo hacemos a partir de la experiencia consciente previa y ésta no es ilimitada. Está modulada por la memoria, por su estricto contenido y sólo somos libres de efectuar lo que sabemos y podemos hacer. Sólo a un sicótico, o alguien con la conciencia alterada profundamente por otras causas, se le ocurrirá volar por sus propios medios desde un alto edificio. Si somos más libres que los animales es porque tenemos más con qué ejercitar esa libertad, y ese más, es más cerebro.
Al tratar este tema es cuando los dualistas revelan con claridad su idea rígida y exclusivamente animal de la materia del hombre. No cabe en sus mentes, deformadas probablemente por ideas adquiridas en su juventud, en la mayoría de los casos previos a sus conocimientos, empíricos o filosóficos, el que un órgano rojizo y gelatinoso, sea, no el asiento sino la integración del altruismo, la bondad y la poesía, o la libertad.
Se trata pues de una herencia cultural y religiosa que creo no vale la pena seguir discutiendo.
El argumento (c) que lleva a la emergencia merece consideración especial. Tiene dos aspectos bien diferentes. Uno está representado por la aseveración de que la mente es una propiedad emergente del todo neuronal (como la conductividad eléctrica es una propiedad emergente del todo de los electrones). Esta posición es mantenida por Bunge (1978), entre otros.
La segunda hipótesis sería la de Sperry, que también acepta la emergencia, pero desde una posición dualista. La mente emerge y constituye algo distinto de lo neuronal. No una propiedad de la materia, sino un ente inmaterial, sin localización especial y desfasada temporalmente de la actividad neural. Considero que debemos rechazar ambas posiciones emergentistas. La primera por que lo mental no es solamente una propiedad, como la "viscosidad" o la "conductividad". La actividad mental es un hecho privado; un acontecimiento que es a su vez causal sobre todo el organismo. Las propiedades emergentes son una abstracción del observador, no pueden actuar hacia los niveles inferiores de las partes de las cuales emergieron, no son directamente causales, y como la conciencia sí lo es, debemos rechazar que sea una propiedad emergente.
La segunda hipótesis de la emergencia es aún más discutible y sólo se distingue del viejo paralelismo en que hace surgir (en forma única e instantáneamente repetida) a la mente de lo neural. Pero en sí constituye un acto de fe. De fe en la posibilidad de un ente consciente inmaterial, sobre cuya naturaleza no se pueden aportar pruebas. Pero este dualismo emergente afirma también que la mente es causal. Lo que es lo mismo que decir que lo no físico actua y modifica lo físico. Ese ente no físico se reconoce como ligado en su existir a una continua transformación de la materia. El dualismo emergente no sostiene que lo mental surge en un momento dado y persiste, independiente, de la actividad neural (como postula Popper, 1978), sino que, como sostiene Sperry, lo mental emergería a cada instante de la actividad neural.
Podríamos preguntarnos ¿quiénes son esas neuronas especiales y diferentes, capaces de hacer emerger lo mental? ¿Por qué no lo hacen todas las neuronas, las de la médula espinal o el cerebelo? La respuesta razonable parece ser que lo mental no emerge ni es diferente de lo físico.
La actividad mental, sobre todo la conciencia, es un patrón de actividad neural, en aquellas áreas que procesan información más alejadas de los locus de interacción con el medio, por lo tanto información más compleja y asociada, más relacionada con la memoria, reciente y antigua. Estos patrones de actividad neural deberán configurarse en extensas áreas (esas áreas existen en la corteza cerebral); deberán extenderse a los lugares donde sabemos que se integran procesos primarios y afectivos (esas conexiones córtico-subcorticales existen también). Deberá ser posible asimismo activar estos patrones neurales conscientes, intensificarlos y focalizarlos en procesos de atención dirigida (esto es factible por las conexiones subcórticocorticales, a través de la acción energizante de la formación reticular). En fin, los patrones de actividad neural mental no pueden ser permanentes y vemos que así pasa, físicamente, cuando son sustituidos por otros, con diferente integración topográfica y de hechos neurales observables, como sucede, periódicamente, con el sueño en todos los mamíferos superiores y en el hombre.
El argumento que señalamos (d) de que la mente y la conciencia puedan ser energía transmisible, fuera del substrato neural, ha tenido acogida entre los que tienden a aceptar los fenómenos llamados de parasicología. La existencia de estos fenómenos se basa en relatos y en autoexperiencias de la índole más variada. Como señala Rosenblueth (1969), todos los esfuerzos serios para aplicar el método científico a la demostración de la telepatía, han fracasado. Lo mismo ha sucedido con otros de los llamados procesos extrasensoriales. Ahora bien, como hemos señalado en otras ocasiones (Fernández-Guardiola, 1979), como consecuencia de la especificidad de las vías y centros sensoriales (es decir, de su propiedad de producir siempre la misma sensación visual, auditiva, etc., independientemente de la naturaleza del estímulo interno, externo, físico o químico), tenemos el riesgo permanente de sufrir alucinaciones más o menos elaboradas y complejas. Una persona que sufre esporádicamente estos procesos alucinatorios durante la vigilia, puede creer en la realidad de su experiencia y, con frecuencia, comunicar a otro su convencimiento. Surgen así extraordinarios relatos sobre percepción extrasensorial, premoniciones y clarividencias.
Cierto es que, como resultado de la producción y transmisión de impulsos nerviosos en millones de células y fibras, se generan campos eléctricos y magnéticos que son detectables a distancia, desde la superficie del cuero cabelludo, a donde llegan con intensidad de unos 100 millonésimos de voltio. De hecho sus fluctuaciones constituyen el electroencefalograma (EEG). Pero para poder detectar estas débiles corrientes ha sido necesaria la invención de poderosos amplificadores electrónicos y el resultado es el registro de un fenómeno burdo que sólo refleja cambios importantes en los niveles de conciencia o descargas anormales en grupos neurales sincronizados, como sucede en la epilepsia. Pero es también interesante señalar que el EEG refleja paso a paso el proceso de maduración y envejecimiento del cerebro, que cambia con la estimulación sensorial, que se desincroniza (cambio de una actividad lenta uniforme, a una rápida asincrónica) con el cálculo mental o con el esfuerzo de lograr una imagen subjetiva. También varía con la somnolencia, con las diversas etapas del sueño y con el coma y desaparece con la anoxia y la muerte cerebral. El que existen campos eléctricos alrededor de las neuronas es un hecho, pero que estos débiles campos transmitan información mental a distancias graves y que esta información sea detectable por otro cerebro (desprovisto de instrumentos) es improbable.
Estos campos neuronales, sobre todo los potenciales dendríticos laterales, pueden jugar sin duda un papel de modulación y regulación de la actividad en grupos neuronales, como lo hacen los neurotransmisores que los generan, pero es difícil aceptar que representen en sí la actividad mental en un momento dado. Constituyen un epifenómeno del tipo de organización material instantánea, como lo son también el consumo de oxígeno y la producción de C02.
El último de los argumentos señalados (e) es similar a la actitud del conductismo, en cuanto a abordar una sola variable y olvidarse de lo demás. Esta es también la actitud del sicoanálisis o de algunos sicólogos sociales. Lo más curioso es que dentro de estas disciplinas se encuentran ideólogos que se consideran materialistas y hacen verdaderos equilibrios y malabarismos para establecer correlaciones cruzadas entre el biologismo intuitivo de Freud y el materialismo dialéctico. Al considerar, como único factor importante, el que la conciencia está socialmente determinada, adoptan una posición unilateral, estéril, pues nunca podrán entender ni explicarse la razón de otras determinaciones de la conciencia, como las genéticas. Además. al ignorar, como trivial, la integración material de la actividad mental, están desconociendo las características más importantes para entenderla plenamente; sus limitaciones y ciclos, sus posibilidades de extensión, su fragilidad y capacidad de error y sobre todo su doble representación física de hechos personales por un lado y de conceptos abstractos y lingüísticos por el otro.
Los que mantienen este argumento de la no necesidad del conocimiento biológico para estudiar la conciencia cometen el mismo error de los mecanicistas deterministas, que ignoran los factores sociales. Es el mismo error del conductismo que desecha a un animal, en su serie experimental, porque no se comporta, ante un estímulo contingente, como él piensa que debería comportarse, basándose en experimentos previos con animales de la misma especie.
Entre el nivel biológico y el nivel social no hay ninguna interfase. La actividad mental es la más notable de las características biológicas de los animales superiores, incluyendo al hombre. Esta afirmación no restringe las inmensas posibilidades del pensamiento, la imaginación y la creatividad, pues las áreas cerebrales de integración mental son también inmensas en sus posibilidades de almacenar y procesar información. Es más fácil encontrar un límite a nuestros pensamientos, ideas y sentimientos que a las posibilidades de asociación entre estos millones de neuronas con billones de sinapsis. Si hay algún dato que invite a considerar con optimismo las futuras organizaciones sociales, es precisamente el de la posibilidad de integración plástica de nuevas formas de conciencia en este enorme dispositivo neural en constante evolución.
Fuente: FERNÁNDEZ Guardiola, Augusto (2007). "Neurobiología de la conciencia: crítica del interaccionismo dualista". Ponencia presentada en el III Coloquio Nacional de Filosofía. Unidad de Investigaciones Cerebrales. Instituto Nacional de Neurología y Neurocirujía. Facultad de Psicología. UNAM. Consultado el 08 de junio del 2008. texto rescatado de http://www.anuies.mx/servicios/p_anuies/publicaciones/revsup/res033/txt3.htm