sábado, 11 de agosto de 2007

El psicoanálisis: "ciencia" de la hermeneútica.

EL PSICOANÁLISIS: "CIENCIA" DE LA HERMENÉUTICA
René Epstein (APdeBA)


A modo de introducción o explicación

La práctica actual del psicoanalista se encuentra sometida a una problemática que necesita cierta amplitud para una consideración cuidadosa. En un momento que es de crisis para muchos, poder pensar la situación en función de todos los aspectos que configuran la vasta “práctica del psicoanálisis” da una inscripción mas valiosa.

Noe Jitrik en la revista Imago (julio 2004, pág. 44) describe la presencia ideológica del psicoanálisis en cuanto a producir “cambios de enfoque”. Postula que dicha presencia se debe a que el psicoanálisis ha “admitido…la racionalidad de los fenómenos aparentemente irracionales”, ayudando a que esta posición fuera admisible.

(Agregaríamos aquí: hoy, incluso para las neurociencias.). Rimoldi (2003) planteó este cambio, diciendo que el mismo se inició “…en la segunda mitad del siglo XIX, con los llamados ‘maestros de la sospecha’: Marx, Nietzsche y Freud.” (pág. 268).

Pero lo que también afirma Jitrik es que “el psicoanálisis tiene su propia epistemología”. A pesar del tiempo transcurrido, las influencias del psicoanálisis todavía son vistas desde la cultura con ambigüedad. Creemos que ello se debe a que, hasta ahora, su influencia, a pesar de todos los esfuerzos, ha sido justamente demasiado restringida al aspecto “doctrinario”, ideológico, y requiere ser complementada cada vez más por la visión científica.

Tesis

El concepto de epistemología que aquí se ha de tomar para instrumentar la hipótesis que se abordará es considerarla como la “disciplina dedicada al estudio de los modos de producción de conocimientos objetivos”, diferenciándola de la gnoseología, teoría del conocimiento en general.

Con esta base conceptual se plantea lo que el título de este trabajo adelanta: el ejercicio de la interpretación en sesión, que es lo que determina básicamente el aspecto hermenéutico de la actividad del psicoanalista (Epstein 2003, 2004), es objeto de una constatación o una verificación en el seno de la misma sesión (Etchegoyen, 2000) y ello le confiere el carácter, no sólo de verosimilitud (Rios y cols., 2000, pág. 540) sino también de objetividad. El conocimiento despliega en sus efectos una materialidad instrumental que da cuenta de lo real de dicha objetividad. La actividad interpretativa del psicoanalista da una base científica a la utilización del método hermenéutico.


Algo de historia en cuanto a hermenéutica y ciencia.

Ya habíamos considerado las diversas postulaciones sobre el psicoanálisis: para algunos, la de ser una ciencia, para otros, una hermenéutica, así como intentos “conciliatorios” tratando de aplicar las teorías de la complejidad, que, con una postura indeterminista, se acercan a la hermenéutica. Analizamos (v. p.ej., Epstein, 1997) las postulaciones de psicoanalistas como Home (1966), Steele (1979), en contraposición con la de Steiner (1995), que afirmara: “Lo crucial es que una persona no es un texto…”. Los dos primeros se habían inclinado por la posición hermenéutica. Galatzer Levy (1978), Moran (1991) y van Spruiell (1993) exploraron la adecuación o utilidad metodológica de las teorías de la complejidad. Pero McIntosh ( 1979) ya había realizado un resumen de las diversas “escuelas” de la posición hermenéutica, y planteado que los fenómenos ideológicos en juego mostraban un revisionismo del psicoanálisis: entre un subjetivismo interpretativo y un objetivismo de ciencia natural. Estas referencias que no son exhaustivas, provienen del propio campo psicoanalítico.

Fue de gran significación y progreso el minucioso estudio hecho por H. Etchegoyen (2000) acerca de la interpretación en la sesión psicoanalítica como situación de “testeo” empírico de una hipótesis, y la exposición a la falsación que se produce al interpretar, implícita cuando habla de la “posibilidad de contrastar” (
[1]) (pág.11). Por ello este trabajo deberá ser mencionado una y otra vez.

Dice Etchegoyen: “…la interpretación es en sí misma un acto (…) singular, que consiste en proponer al analizado una hipótesis de lo que el analista piensa que está activo en el inconciente del analizado para que él la testee…” (pág.14), hipótesis que ha sido “deducida”, según Etchegoyen, de conceptos psicoanalíticos generales, si bien antes nos advierte que se trata de una “situación ideal” (pág.11).

Lo “ideal” es considerar que se trata de una deducción, cuando en realidad se trata también de un proceso “interpretativo” no totalmente consciente (
[2]). Pero Etchegoyen también da cuenta de lo que esta “deducción” permite: “…la repetición transferencial le ofrece al analista la posibilidad de testear una y otra vez sus hipótesis. A veces la transferencia repite una determinada configuración… tan cumplidamente que asume la forma de verdadero experimento.” (pág. 12).

Una consecuencia, al considerar este planteo es que, si bien en una situación experimental, desde el punto de vista gnoseológico y la lógica del conocimiento, la falsación, como lo plantea Popper, es heurísticamente más interesante y científicamente mas definitoria que la verificación, - en la actividad terapéutica psicoanalítica el proceso hace que lo que es transformador esté vinculado a la verificación: es una verificación de la interpretación. En el caso de la “investigación psicoanalítica”, por razones que corresponden a los aspectos pragmáticos o instrumentales del proceso (Epstein, 1994), lo que tiene interés heurístico no es la falsación. Y la “adquisición de conocimiento” está básicamente del lado del “sujeto experimental”, del paciente, y no del investigador.

Las antítesis consideradas: consecuencias y antecedentes.

La discusión de hermenéutica o ciencia ya motivó un recorrido que en parte se mostró. Como resultado de dicho estudio apareció claramente la necesidad de mostrar la posibilidad de una integración de posiciones epistemológicas distintas (Epstein, 1999), y siguiendo lineamientos metodológicos de la dialéctica materialista e histórica, ya formulados (Epstein, 1994, Epstein y Rimoldi, 1998), se llegó a una profundización (Epstein, 2000a), en estrecho correlato con la posición de “análisis epistemológico” de Toulmin (1958).

Así se logró una definición del lugar o nivel epistemológico del “pluralismo teórico”, tan marcado en nuestro campo disciplinario (Epstein y Murillo, 2002) y, finalmente, mostrar la doble “pertenencia” de la disciplina psicoanalítica a los campos de la hermenéutica y de la ciencia (Epstein, 2003, 2004), que aquí se pretende precisar.

Varias fueron las antítesis exploradas en una investigación que hoy podemos llamar conceptual, iniciada en la antítesis “científico-clínico” (Epstein, 1994). La antítesis fundamental fue, sin embargo, la planteada por el mismo Freud (1922), el psicoanálisis como teoría general y el psicoanálisis como práctica investigativa y clínica, y requirió tratar de superar la forma habitual de ver estas postulaciones como una simple polisemia (Epstein, 1998). Se agregaron a ello las de “ciencia y hermenéutica”, “verdad y objetividad o materialidad”, “subjetividad y objetividad”, “positivismo y relativismo”, “diacrónico y sincrónico”, “causalidad y multideterminismo”.

El criterio de la lógica dialéctica o procesal usada (v. Epstein, 1994) fue que todas estas posiciones contradictorias o antitéticas (
[3]) expresaban verdades parciales en el proceso o en la instrumentación de la producción de los conocimientos y conceptos. Para resumir podríamos decir, usando a Ferrater Mora (1971), en primera aproximación: la relación de contrarios es aquella en que dos proposiciones no pueden ser verdaderas al mismo tiempo, pero sí simultáneamente falsas. En contraposición, la relación de contradicción, que es la base de la posición de investigación conceptual usada aquí, es la que reúne a proposiciones que no pueden ser ni verdaderas ni falsas a la vez.

Es decir, en todo momento hay una alternativa o debe decidirse, cual es la proposición que actúa como válida y cual como falsa. Valga como ejemplo lo siguiente: en un caso el psicoanálisis puede considerarse una hermenéutica y en otro una ciencia y cuando no es una hermenéutica es una ciencia y viceversa.

Toulmin (1958) lo plantea diciendo: “… todas las teorías tiene atractivos claros, y defectos indiscutibles” (pág. 5). Luego agrega: “… la cuestión central es como nos disponemos y analizamos argumentos a fin de que nuestro determinaciones sean lógicamente cándidas – a fin de… hacer claras las funciones de las distintas proposiciones invocadas en el curso de una argumentación (…) La forma de análisis a la que se arriba es decididamente mas compleja que la que los lógicos han comúnmente utilizado… ” (pág. 9).

En los primeros párrafos fue planteada una diferenciación epistemológica, que ahora llamaríamos “antítesis”: la diferenciación entre la práctica profesional, o de los profesionales habitualmente actuando en función terapéutica, y la práctica actual del psicoanálisis como disciplina, es decir, un conjunto de intervenciones, discursivas o fácticas, fundamentadas en la teoría psicoanalítica, pero en ciertos casos casi ajenas a la terapéutica en si misma.

Los dos conjuntos de producciones proceden desde la misma afirmación de una materialidad, la materialidad propia del objeto (y sus “derivados”) que la teoría psicoanalítica postula o describe (
[4]), con una propuesta que diverge de la usual del campo de la “postmodernidad”, con su relativismo casi absoluto. Cuando absoluto, este relativismo se vuelve fácilmente reduccionista. Anteriormente lo llamamos reduccionismo “específico” (Epstein, 1997), por su restricción a los marcos de la teoría que lo albergaba.


Las características propias de la hermenéutica psicoanalítica.

Veremos en seguida que es lo que da el carácter de conocimiento objetivo, pero es de señalar que ello ya está dicho en lo que Freud llamara la “unión indisoluble”: la particular situación debida a una “cura” determinada por la producción del conocimiento (
[5]).

La verificación de la interpretación en realidad se ejerce a través de lo que se agrega a la materialidad preexistente, al texto del sujeto, lo que promueve un desarrollo, evitando la simple repetición y prohijando la elaboración. Vale aclarar que si bien esto es sostener una asimetría de la relación terapéutica, la misma está basada en la diferencia de los lugares del proceso lógico: no se está abriendo juicio acerca del tipo de vincularidad entre terapeuta y paciente.

Dicho de otro modo: la actividad hermenéutica, interpretativa, del psicoanalista, que tiene más que un fuerte andarivel en común con la actividad y la metodología hermenéutica en general, convierte a esta metodología, en la sesión, en una actividad de efectos objetivos, que trasciende la “verdad narrativa” (Spence, 1982), y verifica que la interpretación ha sido no sólo narrativa sino también explicativa (v. también Føllesdal, 2001). Ha habido comprensión e intervención “experimental” con eventuales resultados materiales: la interpretación ha sido objetiva en cuanto a la subjetividad del paciente, y en el tratamiento se configura una hermenéutica “en proceso”.

Se satisface así la expectativa de Strenger (1991), de que la posición hermenéutica no se concentre únicamente en las cuestiones de la coherencia interna de las narrativas, lo que debilita la cuestión a las críticas del “tipo de las de Grünbaum”, sino que acepte “el agregado de límites” en lo que se refiere a una coherencia externa de sus teorías (pág. 188).
La cuestión es no invadir con teorizaciones hermenéuticas a todo el cuerpo conceptual psicoanalítico, a partir de la insensible extensión de las conceptuaciones que permiten los criterios metodológicos propios de la interpretación.

Está reformulación abre otro camino a la inserción del psicoanálisis en el campo general del conocimiento teórico, y un nuevo lugar interdisciplinario, pedido por Strenger: “La teoría [se refiere a las teorías hermenéuticas sobre el psicoanálisis] debería ser consistente con el conocimiento básico aceptado, del cuerpo de otras disciplinas, y ser coherente con él” (pág. 188).

Queremos llamar la atención sobre que es lo que la transferencia “repite”. Pensamos que es lo general del sujeto lo que aparece en esa repetición, que a pesar de las pequeñas o grandes trasformaciones que se vayan produciendo, genera la situación que posibilita producir una serie de interpretaciones de esa generalidad. Dice B. Dorfman Lerner ( 2000): “Algunos autores plantean la duda de si la interpretación psicoanalítica … pertenece a alguna de las ciencias tradicionales, esto es, si es una interpretación científica o una interpretación hermenéutica o si tiene un estatuto independiente…. (…).

Una diferencia…(…) sería característica de la interpretación psicoanalítica, la de que, para su formulación se requiere la colaboración del paciente. Esto significa que es producto de un proceso por aproximaciones sucesivas…”.

En realidad se trata de una extensión de lo citado mas arriba, que “una persona no es un texto”. Es un texto viviente, que en la sesión toma cuerpo. Esto es una faceta que hace de la hermenéutica psicoanalítica un proceso único: el encuentro de la metodología con un texto, un discurso, en un desarrollo que permite un procesamiento.
Dicho texto no está en status nascendi. Sólo puede ser tomado cada vez como una nueva versión del mismo, lo que en los casos favorables no será poco. Es un texto, un discurso que está vivo y por lo tanto su interpretación no sólo produce una nueva versión para “el lector” sino también para el sujeto de ese discurso, para “su discurso”. Se produce algo más que la posibilidad de la creación de una nueva versión “relativa”, pues hay un status nascendi parcial.
Podríamos modelizar, haciendo énfasis en una diferencia entre texto y discurso: lo general del individuo, su texto, y las particularidades que el mismo adquiere en los momentos de “su discurso” (
[6]). Podríamos llegar a decir que el discurso del sujeto es su versión “hermenéutica” particular, su “interpretación actual” de su “texto”, y que la interpretación “hermenéutica” que el analista hace de su discurso en sesión promueve que ese texto se modifique.
Así la interpretación, método hermenéutico, creadora de conocimiento sobre el sujeto, puede ser verificada o falsada, “en cuanto a su verdad, verosimilitud y objetividad y por vía del método científico (v. Epstein, 2000a).

Digresiones como puente hacia otras tesis en construcción.

La cuestión de la generalidad del sujeto es un tema que la teoría psicoanalítica trae a primer plano. La práctica psicoanalítica la estudia y se constituye en una vía instrumental para la investigación teórica, además de ser la base de un proceso terapéutico. El pasaje de lo general o universal a lo individual o singular, atravesando lo particular, es una cuestión poco desarrollada (
[7]): la posición hipotético-deductiva pasa de lo general a lo circunstancial o singular sin una claridad acerca de las condiciones de esos pasajes, siguiendo mas bien modelos cuantitativos, salvo si tomamos en cuenta la idea de redes de hipótesis (v. Klimovsky, 1994).

Y para la consideración de los aspectos científicos del psicoanálisis también es fundamental que se tenga en cuenta algo más que la antítesis sesión-proceso. No sólo estos dos tiempos hacen a la cuestión de considerar al psicoanálisis el campo donde la metodología hermenéutica puede mostrarse como parte de un proceso científico. En la misma sesión, en cuanto al conocimiento, se recorren distintos “tiempos”: por ejemplo, del lado del psicoanalista, los de la antítesis entre tiempo de la interpretación y tiempo de la “atención flotante”.

Esto en realidad hace que la verificación científica de la intervención hermenéutica solo sea posible documentarla en otro tiempo distinto que el de la sesión. Entonces nos encontramos con la “paradoja” que el estudio del proceso hermenéutico de la terapia nos exige recurrir a lo que los requisitos del positivismo instrumental, como modo de generalización del conocimiento objetivo, han desarrollado: la investigación sistemática.


Epílogo: La disciplina psicoanalítica y su ingreso a la cultura por una “puerta ancha”.

Dijimos en el inicio que las características de la disciplina psicoanalítica debían estudiarse con amplitud para enfrentar las cuestiones críticas. Garza Guerrero (2002) plantea que las formas organizativas y educacionales de las instituciones psicoanalíticas mantienen una situación asentada en la idea de “movimiento psicoanalítico”. Si es así, ello implica la presencia de un vasto campo ideológico en el centro de nuestra disciplina. Y Bernardi (2002) estudia la forma que toman las controversias entre cuerpos doctrinarios o esquemas referenciales, que no ocupan su lugar como parte del proceso de progreso científico.

Jane Milton (2001), ya citada, nos trae la cuestión del desplazamiento de la psicoterapia de base psicoanalítica del escenario, habiendo sido considerada como la respuesta psicoterapéutica privilegiada. Considera que la inserción social – científica del psicoanálisis se extendió con deficiencia, por ceder a una idealización, lo que determina falta de valorización, y, aun de reconocimiento de la teoría, incluso por parte de los propios psicoanalistas. Esto impide una confrontación con las “nuevas” teorías, por desconsiderar la amplitud de la teoría psicoanalítica, con pérdida de vista de su poder heurístico, pero también metodológico en cuanto a lo terapéutico. Sostiene que se debería percibir que la terapia cognitivo-conductual está sufriendo, y deberá sufrir, los desarrollos que atravesara el propio psicoanálisis, al encontrarse a su vez con la complejidad de la clínica, y con la necesidad de una expansión de sus marcos referenciales.

Es decir que nos encontramos en los hechos con una renuncia casi institucionalizada a lo que es la práctica teórica, que además nos dificulta insertarnos en un desarrollo interdisciplinario con la “filosofía de la ciencia” y la epistemología.

Es de hacer notar que la idea de investigación conceptual debe ser integrada con la investigación empírica para no dar lugar a una nueva forma de práctica teórica restringida.

Dice Ana Dreher (2001), en una renovación de una posición hermenéutica: propone la investigación conceptual, que “trata tanto de la historia de los conceptos…su origen y desarrollo, así como acerca de su uso corriente…” (pág.3-4).

Podemos llevar adelante desarrollos que sirvan a otros campos científicos de la “línea” de las ciencias humanas: los “objetos” de nuestro campo de estudio son fenómenos que tienen un transcurso o base temporal de desarrollo mucho más accesible que el de disciplinas como la sociología, la historia, etc.
Estamos en condiciones de realizar lo que Strenger (1991) pensaba. Afirma: “El psicoanálisis es inevitablemente capturado en al campo de las tensiones entre hermenéutica y ciencia”. (pág.215). Y luego afirma: “El psicoanálisis está en una encrucijada histórica crucial. Hace casi un siglo entró en existencia al abrir a la observación el inexplorado territorio de la irracionalidad humana.” (pág. 216). Lo que aquí consideramos es una encrucijada para nuevos desarrollo del conocimiento.

Nos viene a la memoria una cita referida a la innovación en arte. Dice Malosetti Costa (2001): (La posibilidad de pensar) “...en términos de proyecto, en procura de introducir modificaciones en la cultura a partir de una ubicación específica dentro de ésta. Williams define estas formaciones como: ‘...los movimientos y tendencias efectivos, en la vida intelectual (...), que tienen una influencia significativa y a veces decisiva sobre el desarrollo activo de una cultura y que presentan una relación variable y a veces solapada (
[8]) con las instituciones formales...’ “. ( p.16, nota 5).
Esta postura en realidad hace honor a lo sostenido por Freud en 1922 en su definición del “Psicoanálisis” para la Encyclopèdie.

CUATRO DESCRIPTORES
Epistemología – Psicoanálisis – Cultura – Ciencia – Hermenéutica

EL PSICOANÁLISIS: "CIENCIA" DE LA HERMENÉUTICA

René Epstein (APdeBA)

Resumen.

En continuidad con estudios previos, vinculados básicamente a la polémica acerca de la pertenencia del psicoanálisis a las ciencias naturales o las humanas, y mas sucintamente, si el psicoanálisis es una disciplina científica o una disciplina hermenéutica, se desarrolla una idea ya formulada con anterioridad: que esta posiciones plantean una falsa alternativa. Y a partir de esa base se llega la conclusión que, en cierta medida eufemísticamente se denomina, que el psicoanálisis es la ciencia de la hermenéutica.

Punto de partida central de este desarrollo es diferenciar que el psicoanálisis es una teoría, que tiene su práctica teórica, y una práctica, centralmente la terapéutica, como bien lo señalara Freud. En cuanto a su actividad teórica, tiene todas las condiciones propias de una ciencia, pues se dedica a describir en forma objetiva la materialidad del aparato psíquico, con un paradigma básico constituido por la teoría del inconsciente y la teoría de la psicogénesis.

Desde el punto de vista de su actividad práctica central, actúa a través de las interpretaciones, y no tiene diferencia sustancial con los usos de la práctica hermenéutica general, salvo en un punto, que es lo que permite la idea de “ciencia de la hermenéutica”.

Este punto se refiere a lo que se describe diciendo que el psicoanalista se dedica a la interpretación de un discurso, el del paciente, que es a su vez la interpretación que éste hace de su texto viviente. Los efectos de la interpretación hecha por el psicoanalista permiten verificar que su aplicación del método hermenéutico, para interpretar el discurso del paciente ha sido acertada, es decir, objetiva y por lo tanto científica.

Bibliografía

· Bernardi, R. (2002): “The need for true controversies in psychoanalysis: The debates on Melanie Klein and Jacques Lacan in the Rio de la Plata”. Int. J. of Psychoanal., 83, 851-873.

· Dorfman Lerner, Beatriz (2000): “La interpretación como método”. ADEP, Bs. Aires (sesión de noviembre).

· Dreher, A. U.: “Foundations for Conceptual Research in Psychoanalysis”. Psychoanalytic Monographs No. 4, Karnac Books, Londres, 2000.

· Epstein, R. (1994): “Buscando una lógica común para lo científico, el psicoanálisis y los pacientes”. (En colaboración con C. Rozensztroch.). En: “Interpretar, Conocer, Crear...”. Ed.: R. Bernardi, B. de León y M. I. Siquier, Ed. Trilce, Montevideo.

· Id. (1996a): “Investigación, epistemología y psicoanálisis”. APdeBA, Ateneo.

· Id. (1996b): “Entre creación y ciencia: Los tiempos de la sesión y del trabajo psicoanalítico”. 2° Coloquio de Colonia del Sacramento “Interpretación, Hecho, Imagen.”. Fundación Colonia del Sacramento, Uruguay.

· Id. (1997): “El valor heurístico de integrar lo hermenéutico y lo científico en psicoanálisis. La asunción de la complejidad y la dialéctica de lo individual y lo general”.1er. Coloquio Interinstitucional, ADEP, Bs. Aires.

· Id. (1998): "Lo científico y lo hermenéutico: la importancia de la diferencia epistémica entre teoría psicoanalítica y práctica psicoanalítica". ADEP, Bs. Aires (sesión de noviembre).

· Id. (1999): “Aproximación a las cuestiones epistemológicas del psicoanálisis de hoy”. ADEP, Bs. Aires (sesión de noviembre)

· Id. (2000a): “Cuestiones epistemológicas del psicoanálisis de hoy”. 40° Congreso, FEPAL, Gramado.

· Id. (2000b): “Antes y después de la sesión: Las tareas de la mente de los terapeutas”. 22° Simposium y Congreso Interno, APdeBA, Bs Aires.

· Id. (2003, 2004): “Las fronteras y la matriz disciplinaria psicoanalítica: Análisis epistemológico de lo hermenéutico y lo vientífico”. Psicoanálisis, 2003, 25, 93-103. (43º Congreso Internacional de Psicoanálisis, API, N. Orleáns.).

· Id. - y R. Rimoldi. (1998): “Epistemología e investigación en psicoanálisis”. 3° Congreso Argentino de Psicoanálisis, Córdoba.

· Id. - y Murillo, M. (2002): “Pluralismo teórico: Fronteras y metapsicología”. 41° Congreso, FEPAL, Montevideo.

· Etchegoyen, H. R. (2000): “Further thoughts on the testing of the clinical process”, in the “Festschrift fuer Pearl King”, Ed. L. Steiner (manuscrito en español, gentileza del autor.).

· Ferrater Mora, J. (1971): “ Diccionario de filosofía”. Editorial Sudamericana, Bs. Aires.

· Føllesdal, D. (2001): “Hermeneutics”. Int. J. of Psychoanal., 82, 375 – 379.


· Freud, S. (1922): “Psicoanálisis” (Artículo para la Enciclopedia). A.E., XVIII.

· Galatzer-Levy, R. M. (1978): “Qualitative change from quantitative change: mathematical catastrophe theory in relation to psychoanalysis”. J. Am. Psychoanal. Assn., 26, 921-935.

· Garza Guerrero, C. (2002): “’The crisis in psychoanalysis’: What crisis are we talking about”. Int. J. of Psychoanal., 83, 57-83.

· Home, H. J. (1966): “The Concept of the mind”. Int. J. Psychoanal., 47, 42-49.

· Klimovsky, G. (1994): “Las Desventuras del Conocimiento Científico”, A-Z Editora, Bs. Aires.

· Kuhn, T. (1962): “La estructura de las revoluciones científicas”. En español: Fondo de Cultura Económica, México, 1971.

· Malosetti Costa, L. (2001): “Los primeros modernos. Arte y sociedad en Buenos Aires a fines del siglo XIX”. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

· Mc.Intosh, D. (1979): “The empirical bearing of psychoanalytic theory”. Int. J. Psychoanal., 60, 403-431.

· Milton, Jane (2001): “Psychoanalysis and cognitive behaviour therapy – Rival paradigms or common ground?”. Int. J. Psychoanal., 82, 431-447.

· Moran, M. G. (1991): “Chaos Theory and Psicoanálisis”. Int. Rev. Psychoanal., 18,211-221.

· Rimoldi, R.: (2003): “Creencias e incertidumbres. Notas sobre la hermenéutica en filosofía y psicoanálisis”. 25° Simposio y Congreso Interno (pág. 267-280), APdeBA, Bs. Aires.

· Popper, K. (1934,1958): “La Lógica de la Investigación Científica”. En español: Editorial Tecnos, Madrid, 1982

· Rios, C., Rimoldi, R. y Zadoff, S. (2000): “El Valor del material clínico”. 22° Simposio y Congreso Interno (pág. 525-542) APdeBA, Bs. Aires.

· Sandler, J. (1983): “Reflections on some Relations between Psychoanalytic Concepts and Psychoanalytic Practice”. Int. J. Psychoanal., 64, 35.45.

· Spence, D.P. (1982): “Narrative Truth and Theoretical Truth”. Psychoanal. Q., 51, 343-69.

· Spruiell, Van (1993): “Deterministic chaos and the sciences of complexity. Psychoanalysis in the midst of a scientific revolution”. J. Am. Psychoanal. Assn., 41, 3-44.

· Steele, R. S. (1979): “Psychoanalysis and hermeneutics”. Int. J. Psychoanal., 60, 389-411.

· Steiner, R. (1995): “Hermeneutics or hermes-hess”. Int. J. Psychoanal., 76, 435-445.

· Strenger, C. (1991): “Between hermeneutics and science”. Psychological Issues, Monograph 59. Int. U. Press, Connecticut.
Toulmin, S. (1958): “The uses of argument”. Cambridge University Press, Cambridge (1964, 1era. edición en rústica).
[1] “…el "núcleo duro" de la conceptuación popperiana…” gira “…alrededor de los procesos lógicos que caracterizan a la actividad del científico”, y “la falsación como la única operación lógica posible…” (Epstein, 2000b).

[2] Recuérdese al trabajo de Sandler, de 1983.
[3] Para mayores precisiones acerca de la cuestión de la lógica de las antítesis se puede ver Ferrater Mora (1971).
[4] Tomamos como fundamentales o constitutivas del paradigma psicoanalítico, a la teoría del inconsciente, la teoría de la psicogénesis y la teoría de la curación en trasferencia, subsidiaria de las anteriores, considerando al paradigma como de alto grado de generalidad.
[5] Quizás podríamos decir que de esa visión “macroscópica” de Freud acá se estaría tratando de desarrollar la “microscópica”
[6] Jaime Yospe habla incluso de la “emergencia de la letra” (agradecemos al Dr. A. Bergallo esta referencia en el artículo de dicho autor “De la alucinación del objeto al objeto alucinatorio”).
[7] Para una primera aproximación puede verse Ferrater Mora (1971) en los apartados “universal” y “general”.
[8] El subrayado es nuestro.
Fuente: ídem. p.p. 754-762.

No hay comentarios: